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100 días ¿De qué?

Leopoldo Pachecho | 13/03/2019 | 00:48

Y ES QUE SE HA CONVERTIDO EN una costumbre y también una expectativa importante, que desde varios ámbitos, los primeros cien días que refieren a un trabajo, sean evaluados, y por lo regular reciban una fuerte crítica. En este caso, los primeros cien días de gobierno de Andrés Manuel López Obrador no podían ser la excepción, y vaya que desde los diferentes espacios, medios y trincheras, no se hizo esperar la opinión.
 
PERO MÁS ALLÁ A QUE SI HAN sido buenos o malos, amigo lector, el tema que nos atañe a usted y a mí como ciudadanos, son aquellos que refieren a nuestra cotidianeidad, despegada tal vez del universo temático de la macroeconomía y la política rancia que no deja de ser más que eso, sobre todo tomando en cuenta que como ciudadanos, nuestros problemas y necesidades también tienen una jerarquía de interés, aunque este no sea público.
 
PARA SAN LUIS POTOSÍ, EL cambio de gobierno, desde que las expectativas de que hubiera una continuidad del priísmo a nivel federal, se habrían desvanecido ante un panorama que arrojaba a un candidato, en su momento, y ahora un presidente de la República que no dejó de repuntar desde que iniciaron las campañas, y que al final aplastó cualquier duda. El gobernador del estado, Juan Manuel Carreras, priísta, no tenía más opción que construir acuerdos y que el naciente gobierno de la Cuarta Transformación nos volteara a ver, respetara las inercias de desarrollo y crecimiento económico que estaba llevando el Estado ante la llegada de nuevas inversiones y el apoyo, en materia de seguridad, que ha sido el nubarrón más acendrado que ha sufrido esta entidad y reconocido por sus propias autoridades.
 
Y LO QUE ES CIERTO, Y NO DICHO propiamente por el que esto escribe, amigo lector, es que este periodo de cien días de nueva administración federal sigue arrojando más obscuros que claros en muchos de los temas que son de importancia para los mexicanos, dado el inicio que tuvo como resultado desde los primeros días, la cancelación de un aeropuerto, el recorte de las percepciones a la alta burocracia, y tal vez lo que antojaba en pleno, un declarado enfrentamiento con el sector privado y económicamente poderoso del país. Desde ese momento no dejó de ser la pregunta: ¿Y cómo le va a hacer para cumplir todo lo que se están planteando? Desde la idea de desterrar la corrupción y mejorar el nivel de vida de los mexicanos.
 
LAS RESPUESTAS QUE AL MENOS se han visto evidentemente ciertas es que este gobierno ha tomado muchas decisiones sobre las rodillas, sin verdaderamente tener un plan, porque tal vez las circunstancias y el tiempo no lo han permitido, y por otra parte, lo más riesgoso es que a pesar de esto, el gobierno continúa su marcha así, tomando una serie de decisiones que si en esencia pueden tener una objetivo benéfico, en la praxis resultan muchas veces acciones devastadoras para sectores que no dejan de ser importantes, y menciono la Guerra del “Huachicol”, que hoy sigue llenado de sangre a los guanajuatenses, de entrada.
 
EN TÉRMINOS DEL EJERCICIO político, que no deja de ser también una parte importante de esta reflexión, muchos mexicanos están en alerta y algunos otros en plena inconformidad por la suspensión de subsidios, apoyos u otras prestaciones a las que ya nos había acostumbrado el gobierno de la República, mediante el espinazo construido en el tejido de la política social de los gobiernos; a través de la Sedesol, que ha dejado de serlo, para convertirse en otra cosa pero para hacer exactamente lo mismo. Lo que se pretende es que se entienda el mensaje de que lo que había NO SIRVE, aunque sirva… y si sirve le cambiamos de nombre para que se vea distinto, aunque haga las mismas cosas. Porque el país no puede detenerse porque ya no habría país que gobernar, y la nueva administración lo sabe, por eso ha creado una serie de “sinónimos” gubernamentales, que aunque suenen distinto son más de los mismo, para tranquilidad o decepción si quiere usted, de muchos mexicanos.
 
SIN EMBARGO LO QUE NO PODRÁ quedar de lado, no será ver cómo funciona el presidente de la República, si es que ya está demasiado maduro para gobernar, si se ve bien o mal, si declara esto o lo otro, y las decisiones que puede anunciar, será tal vez o de igual importancia, ver cómo funcionan aquellos cuya responsabilidad en los gobiernos dan más la idea de haber sido producto de una tómbola y no de un estudio concienzudo de aptitudes. Porque es ahí donde se verán los impactos más significativos entre aquellos que se supone están libres de inercias de corrupción, pero complemente mareados por la responsabilidad que ahora tienen, y que enfrentan el vació de su falta de conocimiento y experiencia, pero sobre todo y lo más grave, su soberbia para reconocerlo.
 
HASTA LA PROXIMA.