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La otra cara de la epidemia de ébola en Congo: vacunas a cambio de sexo

Agencias | 13/02/2019 | 13:53

El segundo peor brote de ébola de la historia sigue escribiendo su historia trágica. Lleva varios meses activo en República Democrática del Congo y ya supera los 800 casos, que han dejado más de 500 víctimas. De momento la epidemia se sitúa únicamente en el país, pero los riesgos de que se traslade a estados vecinos como Uganda, Ruanda o Sudán del Sur son muy altos.

Mientras que la comunidad internacional y las autoridades locales intentan contener esta amenaza, está habiendo personas que se dedican a traficar con los medicamentos para su propio beneficio. Las otras grandes víctimas del brote están siendo todas las mujeres que están sufriendo explotación sexual a cambio de vacunas, tal y como informa The Guardian.

Entre los años 2014 y 2016 el ébola, un virus casi desconocida hasta ese momento, se instaló con fuerza en África Oriental y se produjeron miles de casos en todo el mundo, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido o España. Los equipos sanitarios de varios países se pusieron a investigar una vacuna que hasta entonces no existía. Finalmente se pudo controlar la epidemia y se aprendió mucho sobre el ébola de cara a nuevos brotes en el futuro. El resultado fue un tratamiento bastante exitoso y por eso en esta nueva epidemia la comunidad internacional ha mandado miles de vacunas a República Democrática del Congo.

Sin embargo, las dudas no han tardado en aparecer. Varias ONG’s han constatado que existe una profunda desconfianza hacia los trabajadores sanitarios en el país debido a que algunos de ellos exigen favores sexuales a cambio del tratamiento contra la enfermedad.

La investigación recoge los testimonios de varias mujeres que narran cómo la violencia de género ha aumentado desde que dio comienzo el brote hace más de seis meses. Más allá del chantaje sexual, también se ha reportado que algunas de ellas son culpadas por no prevenir la propagación de la enfermedad, lo que termina convirtiéndose en un estigma social.

Son las mujeres las responsables de cuidar de los enfermos y asegurarse de que todo el mundo toma las medidas de seguridad adecuadas, por lo que están sintiéndose agotadas y traumatizadas. Además, sufren las miradas inquisidoras del resto de la población, ya que al ocuparse de este importante cometido la sociedad piensa que están contagiadas, fomentando su aislamiento.

Parece claro que, más allá de la importancia de las vacunas, es necesaria una labor de información y concienciación que permita a los locales saber en qué consiste la enfermedad, cuál es la mejor forma de combatirla y cómo debe ser la prevención. Precisamente estas malas políticas a la hora de administrar el tratamiento han provocado que haya mucha desconfianza entre la población, que en diversas regiones duda incluso que el ébola sea real y no una forma de ganar dinero de las organizaciones humanitarias.

El país tiene un largo historial de violencia sexual a mujeres y niñas y esta situación lo único que ha hecho ha sido ponerlo de relieve una vez más. En este sentido, el Gobierno, a través del ministerio de salud, ha instado a denunciar a aquellas personas que ofrezcan medicamentos a cambio de sexo y ha asegurado que está siguiendo de cerca el problema, pidiendo a las mujeres que solo confíen en aquellos que lleven una insignia oficial.

Pocas soluciones en un país que vive sumido en la inestabilidad desde hace décadas y que hasta el momento se ha visto incapaz de contener la epidemia pese a la ayuda internacional. La inestabilidad política, los movimientos de personas y los conflictos ayudan a avivar un brote que camina ya por su séptimo mes sin visos de acabar. Más bien al contrario, porque los expertos alertan del riesgo de que se dupliquen los casos, algo seguro si finalmente el virus termina cruzando fronteras. Los próximos meses serán decisivos para saber qué pasa con el ébola en República Democrática del Congo.