¿Qué se siente ser policía?

Es una mañana cualquiera y el edificio de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE) se encuentra lleno de gente, todo parece caótico pero ellos actúan con normalidad. 

Hombres y mujeres están uniformados y recorren los pasillos hablando de cosas serias, relevantes y peligrosas; hay un aire de camaradería entre sí, pero se siente cierta tensión entre los oficiales.

Se presenta con nosotros la oficial Perla Jaime Parra, quien es encargada de la Unidad de Violencia de Género, una mujer joven muy imponente; al principio su mirada es dura, pero al conversar con ella, se descubre a una policía responsable que ama su labor y que le gusta servir a la ciudadanía.

Diariamente se levanta a las 5:30 de la mañana,  no sólo es policía, también es madre de dos niños. Ella relata que aunque es difícil combinar ambas actividades, no se arrepiente de haber ingresado a las filas de la Secretaría de Seguridad, pues fue un sueño que tuvo desde niña. 

Apenas lleva cuatro años en la Secretaría y ya es encargada de la Unidad de Violencia de Género, equipo de trabajo encargado de atender casos de violencia intrafamiliar, casos de abuso sexual y físico contra mujeres, niños y personas de la tercera edad.

“Lo más difícil que nos ha tocado ver aquí en esta unidad, es el maltrato infantil, eso es lo que más nos ha pegado como seres humanos y nos ponemos en el lugar como personas y es lo que nos ha pegado más, es algo muy fuerte y sabemos que lo tenemos que controlar, sabemos que lo tenemos que controlar pero sí es muy fuerte ver a un niño maltratado”. 

El oficial José Saucedo Armendáriz, lleva 18 años en la SSPE, es licenciado en Psicología y cuando no trabaja estudia una maestría en Criminología; su secreto es separar su vida personal de la profesional, no llevarse a casa las imágenes crudas que diario le toca presenciar.

“En la unidad de género nos toca ver familias disfuncionales, nos toca ver situaciones de violencia intrafamiliar muy fuertes, papás, hijos, agresiones hacia niños, de todo tipo”.

Charlando con los policías de pronto se hace tarde, es hora de patrullar por las calles de San Luis Potosí y esperar un auxilio de parte del C4.

Pronto llega el aviso, un joven rompió las ventanas y trató de agredir a su mamá, llegamos a la colonia, las calles ni siquiera están pavimentadas, los vidrios de la casa están rotos, la mamá está llorando y las vecinas la abrazan.

Los policías ingresan a la casa y sacan a un jovencito que parece no llegar ni a los veinte años, se llevan al joven al anexo, su madre va en una patrulla y el joven se va en otra por protocolos de seguridad.

El proceso tarda dos horas: “Esto estuvo tranquilo, hay días en que se ponen más violentos, donde incluso las pandillas los defienden, nos toca separarlos y llevarlos, hoy estuvo muy tranquilo”,  dijo uno de los policías.

La escena fue dura, ver como lloraba una madre avergonzada por que su hijo iría a parar al anexo, simplemente fue desgarrador; para los policías estas tristes escenas son el pan de cada día.

¿Has llegado a pensar que quizás ya no regresarías a tu casa?, se le cuestionó a una de las oficiales: Sí he llegado a pensar en eso porque uno simplemente con traer el uniforme puesto, andar arriba de una patrulla, sabemos que nos estamos jugando la vida y no es fácil, pero venimos con toda la actitud, pensando que todo va a salir bien, vamos a salir sin ninguna novedad, que todo va a salir bien".