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Grupo de pumas salva a su cuidadora de morir en un incendio
Grupo de pumas salva a su cuidadora de morir en un incendio
Grupo de pumas salva a su cuidadora de morir en un incendio
Grupo de pumas salva a su cuidadora de morir en un incendio
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Grupo de pumas salva a su cuidadora de morir en un incendio

Agencias | 08/12/2018 | 08:59

Karina Maschio, conocida como Kai Pacha, narró cómo un grupo de pumas la salvaron de morir en un incendio.

Kai Pacha es la presidente de Pumakawa, una organización sin fines de lucro que se dedica a la protección de la vida silvestre en Argentina.

En agosto de 2009, un incendio amenazó la zona reservada para recuperar animales de la caza, con trabajo y voluntad, según información del periódico La Nación.

El personal de la Municipalidad había prendido fuego a un sector del basural de Villa del Dique, en la ciudad de Córdoba, en Argentina, con la intención de reducir el área. Pero en cuestión de minutos, el fuego se propagó hacia el pueblo y pronto se volvió incontrolable.

Ese día nos organizamos con un grupo de vecinos para controlar las llamas que se acercaban a los límites de la reserva. Lo hicimos a pulmón, con baldes de agua y corriendo de un lado a otro. Fue realmente extenuante”, narró al diario.

Kai Pacha se había criado entre perros galgos, pumas, liebres, aves y animales silvestres; con los años, creó una reserva de animales para protegerlos de los cazadores.

Mis papás hicieron unos jaulones inmensos para los animales, teníamos un mono con el que yo andaba al hombro y mi hermano dormía con un puma. A mí me habían encargado la tarea de limpiar y darles de comer a las aves. Me daba mucho orgullo cuando me tocaba a mí darles las semillas a los pájaros que tenían un gran comedero… Yo iba a comprar el pan con un mono enroscado en el cuello, los animales eran mis amigos, en la escuela me aburría y los temas de los compañeros no me interesaban”, comentó.

Así transcurrió la infancia de Kai Pacha y la recuerda con cariño. La adolescencia fue complicada. “Era una persona muy aislada, me costaba comunicarme, hablar, tendía a estar a un costado y me sumergía en un mundo interior muy grande, con muchas horas de aventura en el monte”. Recorría la ciudad en bicicleta con una mochila cargada de ideales de cambiar el mundo, apuntó.

La reserva que creó se llama El Edén, donde les daba de comer a los pumas, cortaba el pasto y cuidaba a los animales que rescataban.

Aunque ella no lo supiera, su vida entera se había preparado para lo que estaba por vivir. El 30 de agosto de 2009, el fuego quemó las 26 hectáreas de uno de los predios de la reserva.

Una vez iniciado el fuego, Kai hizo todo lo que pudo para combatirlo, a pesar de que las personas que acudieron al lugar para sofocar las llamas se tuvieron que retirar por lo peligroso que se tornó la escena.

En ese instante me disocié: tenía miedo de morirme, pero el cuerpo corrió hacia el fuego. Tenía que pasar una barranca a ciegas para abrir las jaulas. Empecé a llorar y pedirles perdón a los pumas porque mi mundito de esperanza no era tan cierto, la estupidez humana nos estaba quemando. Pensé que no podía, tuve ganas de morirme con el fuego, pero abrí las jaulas y seguí corriendo. Cuando llegué al lugar donde las personas estaban a salvo noté que se asustaban al verme. Y presté atención: los pumas que pensé que iban a salir corriendo y que los iban a atropellar, estaban ahí y conmigo y me rodearon”, relató.

Dijo que los pumas “pudieron haber atacado, pero no. Uno se había ido a mi casa, que era donde lo curaba de cachorro. Después de eso volví caminando con ellos, busqué al que estaba en la casa, y ese rato que estuve con los pumas sueltos. Ya no tenía ganas de morirme”.

Además de los pumas, Pumakawa tiene bajo su cuidado llamas, guanacos, chanchos pecaríes, águilas, búhos, entre otros animales.

La apuesta de la reserva tiene objetivos más complejos y ambiciosos: la conservación de especies autóctonas y la restauración de su ambiente.

Ahora quiero vivir más de 100 años y cuidar mi cuerpo como parte de la naturaleza, tengo mucho que mejorar. Como especie somos depredadores del monte. Los pumas no viven en manada… Ellos son maestros y me regalaron ese momento para que yo pueda entender que necesitamos seguir trabajando para ellos y por ellos”, concluyó.