MORENA -DECÍA EL PRESIDENTE Andrés Manuel López Obrador en su campaña- es la esperanza de México. Un énfasis de entusiasmo se dejaba sentir en el tono de su voz y una recóndita esperanza en la impresión que ella pudiera causar en sus oyentes para decidir su voto el 1 de julio pasado. El lenguaje, digo, importa en ese proceso tan largo de convencer a los mexicanos de decidirse a cambiar el rumbo de México, aunque el destino no estuviera claro en el horizonte de Morena, porque fue una forma de compartir esperanzas. De reconocer el motivo por el cual los demás partidos en contienda no pudieron obtener la confianza de los electores. Hoy, ese intercambio está en el terreno de lo concreto y en camino de llegar a su punto de destino… aunque no esté claro en el horizonte de nuestro país.
EN ESTE LARGO PROCESO, PLANO INFORMATIVO ha testimoniado los cambios más importantes que definieron el resultado electoral, pero también ha interpretado las expresiones de todos los partidos, registrado las opiniones de las corrientes de opinión integradas por empresarios, estudiantes y religiosos. Es evidente la importancia del momento que vive el país y de las repercusiones que tienen ahora las actuaciones de quienes formaron parte del nuevo escenario, al que asomamos con temor por lo desconocido, al que no queremos metido en los riesgos del error de difícil corrección.
LA ESPERANZA DE MÉXICO ESTÁ ahora en su gobierno y -como todo lo que inicia- rodeado de incertidumbre porque las dimensiones de la cuarta transformación del país no están al alcance de la comprensión ciudadana. Esto genera, de inicio, la necesidad de que el gobierno federal asuma con responsabilidad los cambios, coloque cada elemento novedoso con seguridad y firmeza y responda, como lo pidió en campaña, con decisiones atinadas.
LAS CUALIDADES DE UN GOBIERNO no se muestran totales al inicio, pero exponen su calidad desde el primer momento. La esperanza de México es tan amplia como diversa. Cubre la totalidad de nuestro territorio pero cambia conforme se modifica el escenario natural. Puede ser una y múltiple y contener dimensiones distintas. Si las cualidades del gobierno no alcanzan para atender cada una de las caras de esa esperanza, podría ser frustrante. Ante esa posibilidad, el gobierno de López Obrador debe responder con eficacia, con determinación y honestidad.
ESTA FECHA MARCA UN FINAL Y UN inicio -simultáneamente- porque así lo determinó el nuevo presidente de México. Los habitantes del país conservan intacta la esperanza que señaló como respuesta ante el triunfo. Los ciudadanos respondieron con determinación en las urnas y confiaron en que, llegado el nuevo gobierno -lo que ocurre hoy- empiecen a ver satisfechas sus esperanzas largamente conservadas, todas confiadas a un hombre que se llama Andrés Manuel López Obrador.
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