Lilia Quevedo | Plano Informativo | 09/11/2018 | 01:22
Uno de los riesgos naturales que tiene San Luis Potosí, es el esparcimiento de mercurio, remanente de las actividades mineras que se desarrollaron en Cerro de San Pedro. Con una o varias trombas podría desprenderse este componente y contaminar la zona metropolitana, señaló Héctor López Loera, investigador del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt).
Agregó que San Luis Potosí es una zona asísmica, pero el peligro más grande para la población es que caiga una tromba en el Cerro de San Pedro, porque las adecuaciones que hizo una empresa minera en la zona dejó una fuerte presencia de mercurio, componente que podría llegar hasta los mantos freáticos de San Luis Potosí capital y sus municipios aledaños.
El investigador advirtió que cada veinte años se registra una fuerte tromba, aunque con el cambio climático la temporalidad podría variar, al grado de adelantar el acontecimiento que sería desastroso para los habitantes de La Florida, Bosques de la Florida y Los Gómez, entre otras urbanizaciones.
Los habitantes de esta zona no sólo se enfrentarían a la operación de la calera, que por cierto también es de origen canadiense, ahora tendrían una doble preocupación, el mercurio que podría tener contacto con ellos por una tromba.
Los trabajos de minería en el municipio de Cerro de San Pedro, utilizaron 25 toneladas diarias de explosivos para volar al menos 80 mil toneladas de roca, en la zona del tajo, para obtener el mineral que se procesaba en las tinas de lixiviación, con 32 millones de litros de agua diarios y 16 toneladas de cianuro.
Estas actividades dejaron alta presencia de mercurio en un cerro que ya no existe en el municipio conurbado.
Hay algunas técnicas como la recarga artificial de acuíferos "en vez de tirar el agua, por qué no hacer obras que utilicen bien el agua, la mejor obra que podrían hacer es construir otra presa mucho más elevada y guardar toda esa agua".
Otro de los inconvenientes que hay en San Luis Potosí, es que no hay un conteo puntual de cuántos litros hay en la zona metropolitana, cómo se distribuyen y cómo podrían ser mejor aprovechados.