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Ahora que me pregunte el Presidente…

Pedro Cervantes Roque | 26/10/2018 | 23:43

LÓGICAMENTE NUESTRA OPINIÓN sobre el sitio de construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México tiene sin cuidado al señor presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador. Sabe de antemano que de cada 100 mexicanos consultados, si acaso uno tiene alguna idea próxima del tema que se habla cuando se trata de elegir sitios, especificaciones técnicas y riesgos que pudieran enfrentar las aerolíneas cuando se llegue el momento de la verdad. Puedo pensar, entonces, que don Andrés nos quiere halagar con ese juego de preguntas para que sintamos, de pasada, que todos somos mexicanos de primera.

 

ALGUNOS ARTICULISTAS Y/O columnistas dicen que el presidente electo tiene la intención de lavarse las manos para que no creamos que perdió al no poder imponer su criterio de cancelar el proyecto en Texcoco e impulsar otras opciones, como lo ofreció en los inicios de su campaña allá por Ciudad Juárez, Chihuahua. Si no quiere dar su brazo a torcer con alguien que no sea “el pueblo” -a quien le concede poseer la sabiduría suprema de este mundo de “vivos”- pues doble motivo para sentir el halago de doblegar una decisión presidencial con tan solo cruzar una o varias boletas que se distribuyen en las mesas de consulta instaladas en más de medio millar de municipios mexicanos. Es decir, don Andrés Manuel nos quiere como mexicanos de primera por segunda ocasión en menos de una semana.

 

SE NECESITA MUCHA imaginación para descubrirle el doble fondo al asunto del aeropuerto pero, por lo pronto, tenemos un tema que ocupará las fechas en que nuestra atención cambia de plano y desciende al terreno de los muertos, cuando preferimos deambular entre sepulcros y gastar en flores que, en el colmo de nuestros pesares, también están muy caras y todo porque los sembradíos de cempasúchil se anegaron este año.

 

LA DISCUSIÓN TÉCNICA NO TIENE un largo proceso. La coincidencia de los empresarios, los ingenieros especializados y una parte de los usuarios permite pensar que el proyecto de Texcoco seguirá sin otros cambios que no sean la limpieza que se menciona como la principal causa del rechazo de López Obrador. Pero el alboroto político tiene tiempos más largos. Ya se dice que la consulta es ilegal, que no es confiable por sesgada, que el presidente decidirá finalmente, y que aquí hay más ruido que nueces.

 

EN EL FONDO DE TODO ESTE asunto está el halago de sentirnos mexicanos de primera, con que nos hayan pedido una opinión, tal vez no técnica, sí de voluntad, para que comencemos a saborear lo que es mandar en este pedacito de tierra que Dios nos dio. Hemos de celebrar el Día de los Santos Difuntos entre plegarias y agradecimientos, y -si usted no dispone otra cosa- el 20 de noviembre echaremos bala porque, dicen los ilusos, que la cuarta transformación nacional ha comenzado.

 

EL LUNES, DIOS MEDIANTE, amaneceremos con la novedad de que la tal consulta fue tepachera, que no fueron todos los que debían y que el aeropuerto, de todos modos, sigue en su lugar. Dicho de otro modo, los 160 mil dólares que dicen haber pagado los miembros del gabinete en espera se malgastaron porque, si lo recuerdo bien, hay consultores nacionales que por menos nos hubieran dicho lo mismo. Sea por Dios.

pedrocervantesroque@yahoo.com.mx