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Difícil escapar de la miseria

Lilia Quevedo | Plano Informativo | 22/10/2018 | 01:19

San Luis Potosí, SLP.- Ignacio es un joven de 22 años de edad, casado y padre de una niña de tres años. Vive con su familia en un terreno que les presta su suegra en la Tercera Chica, colonia periférica de la capital potosina, donde ha permanecido toda su vida. Cuando tenía seis años ingresó a la escuela primaria, pero solo consiguió estudiar hasta el tercer grado. Debido a las dificultades económicas tuvo que abandonar la escuela a la edad de 13 años, y comenzar a trabajar en las ladrilleras al lado de su padre.

 

El sueldo diario de Ignacio es de 110 pesos, aproximadamente. Actualmente se desempeña como cargador y "quemador". Como cargador, sus jornadas laborales son de 11 horas, su actividad consiste en cargar y descargar camiones de 10,000 a 20,000 ladrillos, tarea que realiza hasta tres veces en una jornada. Cuando trabaja en los hornos la jornada laboral se extienda hasta 14 horas, su labor consiste en introducir los ladrillos al horno y en alimentarlo con materiales de desecho que se queman para mantenerlo activo. Ambas actividades suponen un esfuerzo físico muy grande y serios riesgos para la salud por la exposición constante a gases tóxicos provocados por la quema de materiales peligrosos. Además, los accidentes también son comunes:

 

Este es un testimonio que se comparte en el Informe Ejecutivo “El futuro de los jóvenes pobres en México”, realizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Colegio de Michoacán A.C y el Colegio de San Luis A.C (Colsan); en el estudio se señala que las principales problemáticas de la juventud son la falta de escolaridad, transporte, trabajo, embarazo temprano y violencia.

 

El caso de Ignacio ilustra fenómenos recurrentes entre los jóvenes mexicanos: la incorporación al mercado laboral a temprana edad, sueldos muy bajos, largas jornadas laborales, empleos de gran demanda física, trabajo/ingreso variables e irregulares, carencia de prestaciones de ley, de atención sanitaria, alto riesgo de accidentes laborales, deterioro apresurado de la salud por exposición a agentes patógenos en el trabajo y equipo de protección deficiente o ausente.

 

Tal es el caso de Daniel, otro joven de 22 años que trabaja en la Tercera Chica, padece de un problema pulmonar del cual no tiene un diagnóstico pero que le impide desarrollar cualquier esfuerzo físico y, por lo tanto, emplearse casi en cualquier trabajo por insuficiencia respiratoria. Él asocia su padecimiento con la constante exposición al humo del ambiente, producto de las ladrilleras de la zona.

 

Alejarse de este entorno es complicado, para acceder a zonas menos marginales en la ciudad y buscar mejores empleos, los jóvenes de esta colonia cuentan tan solo con dos rutas de transporte público. El precio del pasaje es de 9 pesos, monto que si se multiplica por dos (ida y vuelta) o por cuatro (ida y vuelta utilizando dos rutas) es demasiado elevado para los presupuestos de los habitantes de "Las terceras".

 

El informe recalca que el alto costo del transporte orilla a los jóvenes de la colonia a permanecer ahí para buscar el sustento.

 

De acuerdo a información de la Dirección General de Seguridad Pública del Estado (DGSPE), la Tercera Chica es uno de los 15 barrios en la ciudad con mayor presencia de pandillas y delincuencia.

 

Este contexto de precariedad facilita que adolescentes y jóvenes sean reclutados por estos grupos para dedicarse a trabajos ilícitos o relacionados con el narcotráfico, si bien la inserción al crimen organizado representa una mejora en la calidad de vida, también es una amenaza a su libertad y su longevidad.