La Arquidiócesis de México celebró la canonización del sacerdote salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, quien fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en su país natal, pues es un paso hacia la Iglesia que anhela el Papa Francisco, de mirar hacia la pobreza y una luz ante los graves problemas que vive Latinoamérica.
Mediante su órgano de difusión oficial Desde la Fe, recordó que tres días después de su elección como Pontífice, el Papa Francisco exclamó: “¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres!” y, desde aquel día, esta frase ha marcado el rumbo de su pontificado.
“La del Santo Padre no era sólo una ocurrencia para responder a las voces que acusaban a la Iglesia de opulenta, sino un fuerte y legítimo deseo de dar un golpe de timón a la misma barca de Pedro para ponerla al servicio de la caridad y de la promoción de la justicia social”, anotó el Arzobispado.
La canonización de monseñor Romero “primer obispo mártir de América es un paso significativo hacia la Iglesia que anhela Francisco, esa Iglesia que mira hacia la pobreza”, subrayó.
Resaltó que en un país en el que la violencia lo había transformado todo en destrucción y muerte, como El Salvador, Óscar Romero supo convertir la caridad en profecía, anunciando la justicia y denunciando la injusticia.
Pero, sobre todo, “promoviendo la verdad y el compromiso con el prójimo, reflejado principalmente en la defensa de los más necesitados”.
La Iglesia necesita de más “Romeros” que sepan contagiar el gran amor de Dios por todos los hombres, que no vacilen en subrayar la importancia de la persona humana y tengan la sensibilidad para ver el rostro de Cristo en los marginados, pobres, viudas, forasteros y oprimidos.
También en los perseguidos o enfermos, es decir, en tantos y tantos hermanos que han sido golpeados por diferentes pobrezas en el camino y esperan de un buen samaritano, anotó el editorial titulado “Una Iglesia para los pobres”.
“Hoy la Iglesia Católica agradece al Papa Francisco el regalo de San Óscar Arnulfo Romero, quien desde los altares intercederá para que su amada América sea de todos y para todos, y la Iglesia sea capaz de iluminar con la luz del Evangelio cualquier situación humana por más dolorosa y desesperanzadora que parezca”, concluyó la Arquidiócesis.
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