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Fernando Haddad, el intelectual víctima y beneficiario de Lula da Silva

Notimex | 05/10/2018 | 13:37

Último candidato confirmado de esta campaña, con apenas una veintena de días pidiendo el voto para sí, y no para Luiz Inacio Lula da Silva, a quien reemplazó tras ser inhabilitado, el socialista Fernando Haddad tiene el desafío de convencer a Brasil de que el Partido de los Trabajadores (PT) sigue siendo una formación capaz de crear bienestar y desarrollo, y no solo escándalos de corrupción.

Alto, con discurso sosegado y una educación impecable (es licenciado en Derecho, tiene maestría en Economía, y doctorado en Filosofía), Haddad es la antítesis de Lula da Silva, un sindicalista “sin apenas estudios”, como él mismo dice, que se erigió en la figura central del Brasil del siglo XXI por medio de un carisma imbatible.

De 55 años e hijo de comerciantes de origen libanés, este intelectual fue el elegido por Lula da Silva, encarcelado, para intentar retomar el poder tras el juicio político de Dilma Rousseff en 2016, con quien Haddad mantiene grandes diferencias desde hace años.

“Lula es Haddad, Haddad es Lula”, rezaba la campaña del PT tras la inhabilitación de Lula da Silva por la Justicia electoral a finales de agosto, en un lema que la formación esperaba que provocara una transferencia masiva de votos para su nuevo candidato, exalcalde de Sao Paulo y exministro de Educación.

El 40 por ciento de la intención de voto de Lula da Silva antes de ser inhabilitado hacían al partido ser optimista, pero es justamente la controvertida figura del expresidente (considerado por unos un estadista en la lucha contra la desigualdad; un pérfido corrupto por otros) la que parece pesar más ahora en el desempeño de Haddad, que quedó estancado en el 22 por ciento por causa del aumento de su rechazo entre electores del rico y populoso sur brasileño.

Sin imputaciones por coimas o desvíos, Haddad pasará al segundo turno con un rechazo del electorado en aumento, pues le consideran una “marioneta” de la voluntad de Lula da Silva, encarcelado desde el 7 de abril por una condena de 12 años y un mes por lavado de dinero y corrupción.

La crisis económica desencadenada en 2014, el desempleo de 12 millones de personas y la Operación Lava Jato son un bagaje negativo que pesan en exceso a Haddad, y de hecho no logró reelegirse como alcalde de Sao Paulo en las municipales de 2016.

Sin embargo, el previsible apoyo de partidos de izquierda y de centro, en especial del tercero en liza, Ciro Gomes (11 por ciento), y la eventual creación de un bloque de partidos contra Jair Bolsonaro, el radical de extrema derecha y líder en los sondeos, podrían beneficiarle.

Ayer, en el último debate televisado de la campaña de primera ronda, ya apeló “a la nación de los riesgos” que supone Bolsonaro, quien quiere colocar militares en ministerios y evoca la posibilidad de una asamblea constituyente que podría retirar poderes al Legislativo.

“Es la libertad que te permite reivindicar, votar”, dijo, de corbata roja y traje azul este hombre que todas las semanas viaja a Curitiba, al sur del país, para visitar a Lula da Silva, el político más influyente de un Brasil contemporáneo que anhela recuperar los buenos tiempos de la primera década de siglo.