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Jair Bolsonaro, un populista con ideas radicales para Brasil

Notimex | 05/10/2018 | 11:44

Hombre de pocas sonrisas y opiniones radicales para problemas estructurales en Brasil, el exmilitar y diputado Jair Bolsonaro, considerado un político fuera del sistema pese a ser legislador desde hace ocho mandatos, es el favorito para liderar la votación presidencial en el primer turno gracias a un auge popular que se fabrica en redes sociales.
 
Este hombre, de 63 años de edad, nacido en Río de Janeiro y padre de diputados que sostienen las mismas ideas de extrema derecha para resolver cuestiones como la desigualdad, la criminalidad o la corrupción, encabeza los sondeos con el 35 por ciento de las intenciones de voto para las elecciones presidenciales del domingo próximo.
 
Afiliado a un partido minúsculo para las dimensiones de Brasil, el Partido Social Liberal (PSL), este hombre de más de 1.85 metros de altura y semblante cerrado es llamado de “mito” entre sus seguidores, y llena plazas durante sus actos de campaña.
 
Sin embargo, sus exabruptos y salidas de tonos misóginos, así como su revisionismo histórico (niega que la Colonia portuguesa promoviera la esclavitud a Brasil y rechaza que hubiera una dictadura militar tras el golpe de 1964), le han valido etiquetas como la de “fascista” o “racista”, y semanas antes del inicio de la campaña apenas lograba un candidato para ser su vicepresidente.
 
Hace apenas dos meses tenía dificultades para tener interlocutores de peso, y los políticos de los partidos tradicionales temían hacerse la foto con este excapitán que exalta torturadores de la dictadura militar (1964-1985), ante la percepción –equivocada- de que no pasaría del 20 por ciento en las encuestas.
 
Por el contrario, en una campaña en la que por primera vez no hay donaciones empresariales para candidatos y, por lo tanto, los gastos son más moderados, Bolsonaro ha afianzado su imagen de hombre incorruptible, de orden y tradición, por medio de una batalla librada en las redes sociales en la que se define como antítesis de Luiz Inacio Lula da Silva.
 
Un atentado sufrido el 6 de septiembre pasado, que casi le costó la vida, disparó su candidatura entre las clases medias y bajas que aún no conocían a este hombre que tiene hoy el apoyo del mayor lobby del país, el de los grandes productores agrícolas, así como el de los evangélicos.
 
Los dos favoritos a gobernar el estado de Sao Paulo, el más poblado y rico de Brasil, ya le han dado su bendición para el segundo turno, a pesar de ser de otros partidos que tienen candidatos presidenciales.
 
Su paso al segundo turno es considerado seguro, e incluso se especula con una posible victoria en la votación del domingo próximo si sigue creciendo en los sondeos, algo que logró sin aparecer en buena parte de los debates televisivos, donde ya exhibió debilidades (“no entiendo nada de economía”, admitió en uno).
 
En una eventual segunda ronda electoral, con otros 20 días de campaña por delante, encarnará un proyecto de Brasil que aspira a solventar sus problemas estructurales por la vía rápida: portación de armas para civiles para combatir el crimen; desapropiación de tierras indígenas para expandir las fronteras agrícolas; privatización de activos estratégicos estatales para reducir el déficit y reactivar la economía.
 
A pesar de haber intentado moderar su discurso en las últimas semanas, son sus posiciones extremistas las que lo penalizarán, quizá de forma crucial, en un segundo turno electoral en el que las mujeres –mayoría del electorado con el 52 por ciento- pueden tener un papel crucial.
 
Una semana antes de las elecciones fueron decenas de miles las que salieron a las calles para criticar sus posturas sobre las mujeres.
 
El pasado abril, Bolsonaro dijo, al comentar la paternidad de sus cinco hijos en una conferencia en Río de Janeiro: “fueron cuatro hombres, la quinta tuve una ‘flojera’, y vino mujer”.
 
En 2014, este hombre dijo de una diputada de izquierda que lo acusó de exacerbar los abusos sexuales contra las mujeres que ella "no merecería ser violada", e incluso fue llevado ante la Justicia por ello.
 
De los cuatro principales candidatos a la Presidencia de Brasil, Bolsonaro es el único que no tiene a una mujer como candidata a vicepresidenta, a pesar de que en el gigante sudamericano el electorado femenino es mayoría.