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Leopoldo Pacheco | 26/09/2018 | 10:31

Y es ese el temor que secreta o abiertamente tienen muchos funcionarios y miembros destacados de la clase política, en el sentido, que la cruzada contra la corrupción que prometió Andrés Manuel López Obrador una vez que llegue al gobierno de la república, pudiera también convertirse en una “cacería de brujas”, dadas las circunstancias de paranoia política, que siempre viene acompasada de esos susurros al oído de aquellos que buscan legitimar su nuevo puesto, en esta naciente clase política que habrá de gobernarnos con un rancio sabor de antaño.

No podemos sojuzgar por adelantado que todo aquel que funcionario, por ende es un sinvergüenza, porque además de que no sería justo, tampoco resulta lógico en el mas estricto sentido. Sin embargo llevar a la hoguera a los funcionarios corruptos, es sin duda una idea que seduce y mucho la conciencia de los ciudadanos que están hartos de la desigualdad y de gobiernos malos o mediocres, de sistemas de justicia que no la han hecho, y de promesas  que no se cumplen.

En los nuevos sistemas de administración pública y por lo que esta contempla do en las nuevas leyes, ya no se permite llegar en estado de ebriedad a un funcionario o burócrata a su trabajo, ya no se permiten los regalos, ni siquiera por un monto de 700 pesos para nadie. Todo eso ya existe, sin embargo el nuevo gobierno cree que viene a penas a implementarlo, en eso se tiene que poner atención, para saber finalmente que es el verdadero cambio.

El sistema estalinista se caracteriza por:

– Antirrevisionismo absoluto.

– Procedimientos de represión hacia la divergencia de pensamiento dentro del mismo partido, deportaciones en masa de elementos considerados reaccionarios por el partido, éje central de toda política del estado.

– La instauración de aparatos burocráticos, vinculados a la jerarquía de un partido comunista identificado con el marxismo-leninismo.

Pero en este caso particular, no quiero referirme a nuestro país, en el umbral de una dictadura, ni nada parecido pero si comparable en cierto sentido.  Ojala que no, amigo lector. Quiero hacer referencia más a los radicalismos emanados de aquellos pensamientos que se creen a si mismos emanados de una revolución o que pretenden revolucionar, y en ese afán barrer, si de arriba hacia abajo como lo dijo AMLO pero también barrer con todo los bueno y rescatable que se tienen en el país y en los sistemas institucionales, bajo la premisa de vigilar con lupa a todos y crear un clima de acoso y terror en la función pública. Y los primero que irán entonces a la cárcel serán el precedente de los compromisos de campaña que estar cumpliendo el presidente de la república, para legitimar su llegada a la silla presidencial. Que no se permitan chivos expiatorios, que sin duda los habrá, y que esta transición no resulte tan dolorosa como injusta si ese fuera el caso, con el fin supremo de quebrar las estructuras, cuando no se tiene nada para sustituirlas, más que buenas intenciones y proyectos al tanteo o sobre las rodillas, ese el  riesgo.  José Stalin llego a tener tanta paranoia en su régimen que llego un momento en que desconfiaba hasta de su propia sombra.

Y sin temor a equivocarme en eventos que refieren a los próximos informes del gobierno de la república, volverá otra vez “el día del Presidente”, pues ahora la mayoría de diputados que son afines al presidente electo, impulsan la iniciativa para que nuevamente el informe del ejecutivo se den en San Lázaro, como antes, y todos los diputados y senadores le aplaudan de pie, como fue en su momento Díaz Ordaz y Echeverría, López Portillo, todavía un poco Salinas Gortari, lo cual más que un cambio podría dar una idea de regresión.

A nivel local esta paranoia también permea entre los nuevos funcionarios y representantes locales  cuya expectativa puede tener buenas intenciones, también es muy notorio que trae consigo una serie de temores muy arraigados reflejados en franca desconfianza y en posturas completamente a ultranza en contra de cosas que deben reconocer, realmente no conocen.

Entre la Rebatinga legislativa y el tercer informe de gobierno, nos resta decir, que a la mitad de la administración las facturas todavía son altas, hay un proceso de entrega recepción en el ayuntamiento de la capital que despierta más suspicacias, que certezas, lo que nos hace pensar que como siempre, los nuevos se quejaran amargamente de cochineros y desordenes que heredan de administraciones anteriores, otra vez como el cuento de nunca acabar.

HASTA LA PROXIMA.