ENTREGAR ES TANTO COMO recibir. Es una interacción que involucra a por lo menos dos. El que entrega confía y quien recibe acepta. No parece haber términos medios. Se entrega o no; se recibe o se rechaza.
QUIEN ENTREGA NO SE DESLIGA. Quien recibe no condiciona.
PERO EN EL MUNDO DE LA administración pública, extensión de la política en que se concreta el poder, no se contempla bajo ninguna forma el rechazo a la recepción porque el voto popular obliga sin excepciones. Los cargos de elección popular son irrenunciables -por lo menos en la fórmula- y tal como reza el dicho: “piquete que va derecho…”
ASCENDER AL PODER ENTRE lloriqueos y maldiciones, entre berrinches y lamentos, no hace buen augurio para nadie. Nos coloca en la inmediatez de la sorprendida expresión: “¡Ah, chingá!... ¡No puede ser!”
SI QUIEN SE APRIETA A LA HORA de recibir, después de ser electo, no explica las razones de su negativa, primero, y luego no justifica su sed de venganza, estará como aquel iluso que se la llevó al río creyendo que era mozuela.
NO SABE UNO EN QUIÉN CONFIAR. Quien se va y es llamado rufián -cosa que ya sabíamos, menos el que se queja- lo niega porque, según el sabio Tadeo, hay que negarlo aunque lo cachen con las manos sobre la masa. Y quien está a la puerta nos sale con que “le entro, pero enciérrenlo”, ya nos cargó el pintor.
EL MUNICIPIO DE LA CAPITAL carga sobre sus lomos un larguísimo historial de mal fario. Llevamos más de 400 años y hemos extendido la mancha urbana encima de 300 kilómetros cuadrados de este llano largo entre pleitos y disputas que empezaron por el agua, continuaron por los terrenos y todavía la paz no llega.
AQUÍ NOS HAN PROMETIDO LA luna y las estrellas. Nos han saqueado el oro y la plata y muy recientemente borraron del mapa al Cerro de San Pedro en tanto en la ciudad hubo voces que alarmaron a unos por las filtraciones de venenos instantáneos.
Y MIENTRAS UNOS PELEAMOS otros se apropian de lo ajeno, de lo que es de todos y sigue el botadero de sillas, mesas y cuanto puede convertirse en proyectil. Sin reposo.
MUCHO DEBE HABER DE bonanza en estas tierras cuando el grupo de los 27 notables no encuentra mejor destino a nuestros tesoros que el profundo fondo de sus bolsillos. No es legítimo, pero es legal.
Y CUANDO LA RESIGNACIÓN ANTE la fatal elección con gallardía estaba dada, nos resulta que la sorpresa más importante en este valle fue que Gallardo perdió ante quien menos pensaba. Ni siquiera cuando Zapata frente a Toranzo nos sorprendimos tanto como ahora. Ante lo inexplicable, consuélenos el maléfico juego de “¿dónde quedó la bolita?”.
HACE NO MUCHO ME LLAMÓ LA atención el concilio de los obispos mexicanos que en estas tierras vinieron a reunir la fuerza de sus espíritus para exorcizar a México. ¿Podríamos invitarlos otra vez?
A ver si así nuestro destino cambia.
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