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Anaya, un ambicioso estratega en riesgo por denuncias de corrupción

Martí Quintana EFE | 25/06/2018 | 11:03

Joven, preparado y exitoso son algunas cualidades atribuidas a Ricardo Anaya, el candidato a la Presidencia de México del Partido Acción Nacional (PAN), con una fulgurante carrera política que puede verse truncada por las acusaciones de corrupción.
 
Abanderado de una variopinta alianza electoral entre el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), Movimiento Ciudadano (MC) y el conservador PAN, el más joven de los candidatos, 39 años, es el principal rival del izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
 
Pero pese a la fuerza inicial, Anaya parece estancado en las encuestas y muy lejos del líder de Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
 
De acuerdo con un sondeo realizado a más de 13.000 personas por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y divulgada el 12 de junio, López Obrador lograría más del doble de sufragios que Anaya con un 39,5 % frente al 18,6 %.
 
En tercer lugar, con el 12,1 % de las preferencias electorales, se colocaría el aspirante del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade.
 
Del céntrico estado de Querétaro, Anaya (25 de febrero de 1979) es hijo de un ingeniero químico y una arquitecta, estudió la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro, tiene maestría en la Universidad del Valle de México y un doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
 
Comenzó su carrera política en el año 2000 como candidato a diputado de su estado, cargo que perdió ante el PRI, y fue secretario de Gobierno en Querétaro de 2003 a 2009.
 
Ese 2009 se convirtió en diputado del Congreso estatal y dejó el cargo para unirse al gabinete del presidente Felipe Calderón (2006-2012) como subsecretario de Planeación Turística de la Secretaría de Turismo.
 
En 2012, obtuvo un escaño en la Cámara de Diputados federal, la cual encabezó de septiembre de 2013 a marzo de 2014, saltando a primera línea de la esfera pública y convirtiéndose en uno de los impulsores de las reformas estructurales propuestas por Peña Nieto.
 
En septiembre de 2014, Anaya tomó la presidencia del PAN, partido al que presume de haber llevado a ganar varios estados en los comicios estatales del 2016.
 
Pero su trepidante ascenso político no ha estado exento de críticas. A menudo se define a Anaya como un hombre frío y calculador. En la prensa, algunos articulistas lo tachan de traidor, del partido y de amigos, fruto de una ambición desmedida.
 
Sus detractores consideran que fracturó el PAN, lo que llevó a pugnas internas y a que importantes dirigentes como la ex primera dama Margarita Zavala, esposa de Calderón, dejara el partido y buscara su propia candidatura a la Presidencia, a la que luego renunció.
 
Hábil en los debates presidenciales y con una fina oratoria, el mayor lastre de Anaya han sido las duras acusaciones de corrupción en su contra.
 
El candidato del PAN está siendo investigado por la Fiscalía General de México por supuesto lavado de dinero, en un ejercicio que muchos analistas, más allá de su veracidad, achacan a un uso partidista y político de las instituciones de justicia por parte del PRI.
 
Además, se filtró un vídeo donde un empresario queretano revelaba una presunta financiación ilegal de su campaña y tráfico de influencias, algo que Anaya negó, atribuyéndolo a la guerra sucia.
 
A modo de contraataque, él asegura que luchará contra la corrupción, que enjuiciará al presidente Peña Nieto, y denuncia que entre Morena y el PRI ya hay un "pacto de impunidad".
 
Aunque sus acusaciones no parecen haber tenido ningún daño.
 
Para Anaya, el final de la campaña presidencial en caso de derrota, como indican las encuestas, puede significar el final de su carrera política, ya que se encontraría en una posición terriblemente frágil por el gran número de enemigos -dentro y fuera del partido- que ha acumulado.