Franco Coronado | 24/06/2018 | 15:23
Al igual que los comicios recientes en otros países, la elección del próximo 1º de julio en Méxicotendrá una fuerte carga de voto antisistema. No es privativo de la contienda presidencial, lo mismo ocurre a nivel local en diputaciones, gubernaturas y alcaldías. Sin embargo, frente al voto antisistema encontramos todavía un voto al que llamaría de estructura electoral. Respecto a las opciones delvoto útil y del voto razonado, estaspasarán a tercer o cuarto término.
El voto antisistema lo buscan conquistar aquellas opciones distintas al PRI, mayoritariamente, o del partido gobernante en cada entidad. Irónico,realmente todos los candidatos son postulados por partidos políticos, es decir, son parte del sistema. Sin embargo procuran ubicarse en un espectro ajeno a aquéllos. Se dicen ciudadanos, porque nunca trabajaron en gobierno o vivieron del erario (como si estos no lo fueran), que no han participado en política o que buscan eliminar privilegios de la clase gobernante. Estos personajes tratan de canalizar el malestar ciudadano, que cada vez es más grande. Recurren a propuestas y discursos populistas que representan soluciones inmediatas.
El voto que llamo de estructura electoral es manejado por la maquinaría de los partidos políticos, a través de votantes cautivos ya sea por militancia (cada vez más reducida), por corporativismo, por asistencialismo o por prácticas clientelares. No es privativo de un partido, se da por igual en todos y cada uno de ellos, sobre todo cuando son gobierno. Este tipo de sufragio fue derrotado en el año 2000 por el voto útil y la necesidad de la alternancia. En el 2006 salió avante con la ayuda del voto útil y del miedo. En 2012 se revitalizó: una estructura de antaño con la mercadotecnia de un candidato joven. Parecía que la maquinaria electoral perduraría implacable por varios años más. No fue así. En este 2018 se enfrenta al voto antisistema que amenaza seriamente su eficacia para garantizar los triunfos.
Por otro lado, el voto del miedo quedo atrás, superado por el del hartazgo. El voto útil fragmentado: rumbo a la Presidencia de la República entre Anaya y Meade; en lo local, entre las diferentes opciones políticas que surgen de las escisiones de los partidos mayoritarios y las candidaturas independientes.
Así, veremos si el voto antisistema acaparado por López Obrador le alcanza para por fin llegar a Palacio Nacional. O si la estructura priista logra conseguir el segundo lugar de la contienda ycomplicarle la recta final a AMLO. El mismo desafío tendrá los partidos del Frente por México: veremos qué tan eficiente es su estructura electoral para minimizar la fuga de votos después de los ataques a la imagen y cuestionamientoa su candidato. El caso de San Luis capital, por ejemplo,es claro que el voto de estructura lo tiene el PRD de Ricardo Gallardo, el antisistema Leonel Serrato con Morena y Xavier Nava se queda en limbo, su cercanía con el gobierno de Carreras lo ata alstatus quo, con todo y que haya roto con el gallardismo. Este como muchos casos se repetirá en cada rincón del estado y del país.
Ya veremos el1º de julio si el voto antisistema es suficiente para sacar a la gente a votar, darle el triunfo a los candidatos que lo abanderaron y acertar un golpe mortal a las estructuras electorales tradicionales, con todo y sus amañadas prácticas, o estas se imponen y alargan su supervivencia.
Franco Coronado
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