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La tercera decepción

Franco Coronado | 05/06/2018 | 11:55

Después de las elecciones intermedias del ‘97, en las que la oposición le arrebato la mayoría en la Cámara de Diputados al PRI, todavía fuerza hegemónica, empezó a permear en la sociedad mexicana el anhelo de un cambio por la vía pacífica y democrática para, después de 70 años, sacar del poder al partido oficial. Así sucedió. Con la alternancia encabezada por Vicente Fox, en la incipiente democracia, surgió la primera gran esperanza del pueblo para lograr en un cambio verdadero; que por un lado traería más empleo y mejora del ingreso, y por otrose combatiría la desigualdad y la corrupción. Ya había entonces un hartazgo hacia el partido en el poder.

No fue así. El Gobierno panista de Fox dejo mucho que desear y los mexicanos experimentamos la primera decepción de la democracia. No se logró el avance propuesto en campaña y las grandes expectativas quedaron en eso. No crecimos al 5% como lo decía el entonces candidato de la Alianza por el Cambio. Sí, tuvimos estabilidad económica y auge, por ejemplo, en el sector de la vivienda, pero fue más por los inmensos ingresos petroleros que por la inercia del  gobierno federal. Las reformas estructurales necesarias para continuar con el avance económico no se dieron, era más que evidentela parálisis en el Congreso y en la gobernabilidad en general. El problema de la inseguridad y la violencia generada por los cárteles de la droga se profundizó y a la fecha sigue fuera de control. Aunado a ello, al poder que adquirieron los gobernadores les permitió afianzar su virreinato en las entidades federativas. Así se esfumó la primera esperanza. La alternancia en el poder no fue suficiente para que lograr los cambios sustantivos esperados, al menos en la reducción de las desigualdades sociales. Fue el primer desencanto.

Después de dos sexenios panistas, la nueva expectativa hizo retornar el péndulo al origen: se requería la eficacia de los gobiernos priistas, de los que si sabían gobernar. El país demandaba consensos que solo con la capacidad de negociación o la aplicación de los métodos priistas se podría garantizar. Entonces, gracias a la mercadotecnia (herramienta muy útil para Fox también) surgió el candidato que personificó la nueva alternativa:Enrique Peña Nieto, el exitoso gobernador del Estado de México y rostro del nuevo PRI. Y sí, la eficacia llegó con la aprobación de numerosas reformas estructurales postergadas en los últimos 12 años. Sin embargo, ese espectacular inicio quedo en llamarada de petate. La segunda alternancia trajo consigo,o al menos salieron a la luz, escandalosos casos de corrupción y omisión gubernamental, la falta de inversión en infraestructura, abusos de poder y mínima contención del crimen organizado. Traer políticos que venían a gobernar y no a administrar tampoco fue suficiente para amortiguar la insatisfacción ciudadana. Como resultado,la segunda decepción de la democracia.

Considerando la fotografía del momento que nos dan las encuestas (conteste que digo la fotografía del momento) Andrés Manuel López Obrador llegará a la Presidencia de la República con amplio apoyo ciudadano, e incluso, con mayoría en ambas cámaras. El mal humor social prevaleciente empuja a los electores a buscar una nueva alternancia, basada en el repudio a las fuerzas políticas tradicionales (PAN, PRI, PRD) y que para muchos ya tuvieron su oportunidad. Pero esta nueva alternancia trae un riesgo mayúsculo que nada tiene que ver con los modos mesiánicos y autoritarios de López Obrador, sino con el cúmulo de promesas irrealizables que ha planteado el tres veces candidato presidencial. Devendrá  entonces la tercera decepción de la democracia. La republica amorosa y limpia de corrupción no se logra por decreto, la cultura política mexicana está infectada de prácticas perniciosas que requieren más que buena voluntad.

La democracia mexicana y lo que queda de la legitimidad institucional no resistirá una tercera decepción en la alternancia. Cierto es que el cambio parece irreversible y para muchos sectores necesario. Sin embargo, el reto posterior será cuesta arriba, cuando el desencanto se haya generalizado y las opciones agotado.

 

 

Franco Coronado

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