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Los partidos políticos después del 1 de julio

Franco Alejandro Coronado | 09/05/2018 | 01:38

Es claro que una encuesta solo es la fotografía del momento. De hoy al día de la votación todo puede pasar. Pero la realidad es que la fotografía al 9 de mayo le da la ventaja en las preferencias electorales al candidato presidencial de MORENA, a la mayoría de sus candidatos en aquellas entidades que renuevan gubernaturas, así como en elección de las y los integrantes del Senado y la Cámara de Diputados. Así, un partido de reciente creación acapara el apoyo del electorado, por encima de partidos con arraigo histórico como el PAN, PRI y PRD.
 
El fenómeno no es exclusivo de México. En España por ejemplo, el partido Ciudadanos, creado hace apenas 12 años, hoy encabeza las encuestas para la renovación del Parlamento de ese país. Ya supera a partidos históricos como el PP y el PSOE (la diferencia con el caso mexicano, es que Ciudadanos es una partido centro-derecha y con una plataforma de gobierno basada en el liberalismo).
 
Sin embargo, los factores para este vaivén en las preferencias electorales son constantes en el país occidental que usted elija: el hartazgo ciudadano hacia las fuerzas políticas tradicionales que han permanecido en la comodidad del status quo, acaparar las decisiones dentro de las cúpulas partidistas, la falta de transparencia, mantener privilegios y cotos de poder mientras la ciudadanía padece problemas de inseguridad, incertidumbre laboral, encarecimiento del salario, por no mencionar las dificultades cotidianas como la movilidad, los servicios públicos, entre otros. Por eso no extraña las preferencias que hasta hoy marcan las encuestas, ni tampoco si confirma su resultado. La contienda se dirime entre el hartazgo hacia “los de siempre” y el voto de castigo, sin reparar en sus consecuencias.
 
El monopolio de la participación política-partidaria paso del PAN, PRI y PRD, a un espectro de al menos 7 partidos, con un público  que ya poco se fija en la identidad e ideología partidaria, menos en las propuestas y más en la popularidad del abanderado, sobre todo si desafía al gobierno o partido en turno. 
 
Sea cual sea el resultado el 1 de julio, después de este proceso se confirma la ruptura con la forma tradicional de hacer política desde una plataforma de partido más o menos consistente. Así, llega para quedarse una amalgama de intereses personalísimos con características, que si bien no nos son ajenos, pasan a institucionalizarse:
 
Ser militante de un partido político será intrascendente. La vida interna de los partidos terminó, las decisiones las toma la dirigencia o gobierno en turno y poco o nada importa la meritocracia al interior del instituto político, tampoco el debate de ideas y menos un carnet del mismo. Por el contrario, se es susceptible de repudio social. 
 
Los partidos no serán distintos ni distinguibles, todos representarán lo mismo. La diferencia la marcaran los candidatos que postulen y si acaso los colores de sus logotipos. Sin credibilidad, el populismo de sus candidatos será el factor para ganar o perder una elección.
 
EL valor de un partido político consistirá en su registro ante la autoridad electoral, su estructura para la movilización y defensa del voto. No en sus postulados o plataforma electoral.
 
La segmentación del voto será una constante, por lo tanto se reduce la legitimidad del ganador si se considera el nivel de participación y la repartición de los sufragios. Con mayor razón será necesario implementar la segunda vuelta electoral.
 
El lucha real será por las dirigencias de los partidos, quien tenga esas gerencias será quien administre el negocio de acceder a los cargos de elección popular.
 
Difícilmente veremos en México una verdadera elección entre opciones ideológicas o alternativas al sistema económico, ningún partido o candidato se va a atrever a tocar lo ya prestablecido desde los organismos internacionales.
 
La partidocracia, si bien desacreditada, mantendrá el monopolio de las decisiones políticas. Seguirán siendo cogobierno. Para quienes piensan que el sistema se ha agotado, únicamente se dispersó: dejan de ser tres opciones y pasan a diez. 
 
 
 
Franco Coronado 
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