Pedro Cervantes Roque | 05/05/2018 | 19:24
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ Obrador creó fama y se echó a retozar. Político conflictivo y embustero, impositivo y manipulador. De todo le han dicho esta vez a través de las redes sociales, a través de los noticieros y de la prensa, lo mismo que en las pláticas entre amigos y conocidos que hace tiempo se confiesan contrarios a su forma de ser y de pensar. También se le ha dicho que él mismo es su peor enemigo. Quizá todos tengan razón.
HACE TIEMPO QUE EL SECTOR privado permanecía tranquilo y sin razones para entrar en la discusión pública de los temas que a todos los mexicanos, ricos y pobres, del norte y del sur pasando por el centro, nos preocupan casi del mismo modo. Su ámbito de intervención pública pocas veces tuvo como motivo a la política activa y -muy concretamente- a la política electoral, por no decir que la política de los partidos. Aunque todo es política, según lo miran algunos, los planos que acabo de mencionar tienen sus diferencias y su tratamiento.
PUES AHORA, EL CANDIDATO DE Morena discute con los empresarios a través de un intercambio de calificativos que a lo único que conducen es a la creación de un ámbito adverso con el difícil escenario de la división interna, a la confrontación de buenos y malos -según el ángulo desde el que se vea el asunto- y a la polarización de un proceso electoral que, si se descuida, puede encender al país. No es cosa menor que los poseedores del capital discutan con el candidato puntero sobre cuestiones que se pueden decir a condición de que se puedan probar.
SI TODOS LOS MEXICANOS QUE estemos en desacuerdo con la creación de conflictos como el que surge ahora entre AMLO y aunque sea una pequeña porción de empresarios, vamos a ser calificados en automático como “anti” Morena o “anti” Andrés Manuel, habremos obtenido la prueba necesaria para decir que el puntero se equivoca y el electorado se queda sin opción de un candidato fuerte y consistente para gobernar México.
FRENTE AL CONFLICTO CREADO, ante el choque ocurrido, nada significan las acusaciones intercambiadas entre los candidatos que presagian un México con síntomas venezolanos. Quiere decir, sin duda, que vivimos momentos de riesgo que necesitan traducciones claras para que el electorado no contribuya a decantar aceleradamente lo que AMLO llama “la cuarta” etapa de la vida nacional desde aquella primera que se inició con la independencia. Pero escribirlo así no significa una aportación en favor de cualquiera de los demás postulados como candidatos. Es, en todo caso, señalar con claridad las equivocaciones que desde ahora caracterizan lo que puede ser una forma de gobernar a partir del 1 de diciembre de 2018.
NO SON ESTAS OBSERVACIONES las que quieren despojar de su posición en las encuestas a Andrés Manuel López Obrador sino el propio candidato quien demuestra su intolerancia frente a lo diverso y su forma de tratar a quienes disienten o responden ante cualquier posible acto no consentido. Si este conflicto se escala y permea el resto de las campañas en las entidades del país, es hora de que los partidos y las organizaciones que toman parte en el proceso, midan su gravedad y anticipen sus consecuencias para evitarlas.
@pedrocervantesr