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¿Es posible un gobierno de coalición?

Franco Alejandro Coronado | 01/05/2018 | 21:44

En años recientes, las y los mexicanos nos familiarizamos con las denominadas coaliciones electorales: figura de participación de los partidos políticos para postular candidatos en un proceso electoral. Pero no dejan de ser eso “coaliciones electorales”, cuyo propósito no pasa del pragmatismo político: conseguir el mayor número de votos y ganar una elección. La aritmética hace a un lado los principios y programas de acción propios de los partidos políticos.
 
Sin embargo, en esta elección presidencial, la coalición formada por el PAN-PRD-MC, El Frente por México, ofrecen “cambiar el régimen” a través de un gobierno de coalición. Pero, ¿en realidad es posible? ¿La clase política mexicana tiene la altura de miras para un viraje así? ¿El andamiaje social, institucional y jurídico mexicano lo permite?
 
En la reciente reforma político-electoral, mocha como ya es costumbre, de 2014, en medio del último aliento de vida del célebre y aplaudido Pacto por México se aprobaron las reformas a los artículos, 74, fracción III,  76, fracción II, y 89 fracción XVIII de la Carta Magna, con lo cual se introdujo en el sistema político mexicano la posibilidad de que el Presidente de la República pueda optar (subrayemos optar) por un gobierno de coalición con uno o varios de los partidos políticos con representación en el Congreso de la Unión. 
 
Sí, el gobierno de coalición como se plasma en nuestra Ley Suprema no deja de ser un mero enunciado que dependerá de que el Presidente en turno opte, si es su altísima voluntad, por un gobierno de coalición. No dudo que el fin último de incluir esta figura es loable: dar mayor legitimidad y gobernabilidad al Ejecutivo Federal, que en las últimas dos elecciones llego con el apoyo de solo una tercera parte de los electores. 
 
Sin embargo, esta figura tiene dos diques que debe superar. El primero es jurídico: no hay ley reglamentaria, y al menos lo que queda de esta legislatura federal parecen nulas las posibilidades de que salga avante. El periodo ordinario está apunto de concluir y vienen meses de campaña. Entre los años 2015 y 2017 se presentaron al menos cuatro iniciativas para reglamentar y dar viabilidad jurídica al gobierno de coalición, están en la congeladora legislativa. Por otro lado hay un obstáculo institucional: los gobiernos de coalición no se contemplan, al menos constitucionalmente, para las entidades federativas. Si este esquema no permea en los Estados, ¿realmente se puede lograr un cambio de régimen? El cambio sería parcial, en todo casocambiará únicamente el modo de repartirel poder y las prebendas(institucionalizarlas) en la Gobierno Federal, pero no los gobiernos locales, donde los gobernadores siguen siendo amos y señores.
 
Con todo aquello, estas dos trabas no son determinantes. El mayor problema es dejar al contentillo del Presidente en turno el optar o no por el gobierno de coalición. ¿A poco creen que un Presidente va preferir repartir el gobierno cuando le sale más barato repartir moches? O bonos, como le llamaron a los agradecimientos por votar a favor las reformas del ya mencionado Pacto Por México. Si en verdad se quisiera alcanzar mayor legitimidad y por lo tantogobernabilidad, se deberíaponer en el debate público y parlamentario la segunda vuelta electoral; que dé como resultado verdaderas mayorías, sustentadas en la voluntad delos gobernados y no en los arreglos cupulares de la partidocracia.
 
Es loable presentar desde la campaña, por parte de una coalición electoral, el compromiso de que, en caso de ganar, formar un gobierno de coalición. Siempre será importante dar un primer paso en aras de hacer las cosas de manera distinta a la inercia del status quo. En tanto no sea motivado por el único interés de amalgamar ideologías e intereses tan distintos en labúsqueda exclusiva de la supervivencia política, o sustituir a las bases por los pactos entre unos cuantos.
 
Agradezco la oportunidad y generosidad de Plano Informativo por permitirme regresar a este espacio de colaboración después de tres años de ausencia. Sin duda, es un privilegio que lleva consigo una gran responsabilidad, sobre todo en medio de una preferencia por la brevedad y la inmediatez que ofrecen las redes sociales y la pluralidad de opciones que presentan el sin número de medios electrónicos. Razón por la cual prometo ser breve y conciso. Por otro lado, es necesario evitar la tentación de caer en la simplicidad y el matiz negativoque vende. Por el contrario, es necesario seguir formando ciudadanía informada y conocedora del trasfondo en las decisiones de los agentes políticos. Los tiempos actuales demandan retomar la senda del sentido común en la vida pública. Razones todas que amplían mi agradecimiento con Plano Informativo.
 
 
Franco Coronado 
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