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salud

Si escuchas algunas letras peor que otras, es hora de ir con un especialista

Agencia | 27/04/2018 | 21:45

¿Tiene dificultad para oír las voces infantiles cuando se encuentra en un parque lleno de niños?, ¿pone el volumen del televisor más alto que el resto de familiares o amigos? En sus reuniones sociales, ¿tiene la sensación de que murmuran a su alrededor? Si la respuesta es afirmativa en alguna de estas cuestiones, necesita una revisión auditiva.
 
Entre las situaciones citadas, hay dos bastante frecuentes en las personas con pérdida de audición: "Los pacientes se quejan de que no oyen bien la televisión y en casa les dicen que la ponen muy alta, y también de que tienen dificultades para oír en ambientes ruidosos y cuando están en grupo (bares, centros comerciales, autobús, etc.)", afirma el doctor Juan Royo, otorrinolaringólogo y moderador de la comunidad Viviendo el Sonido de GAES. El problema no es baladí, ya que afecta a cerca de 466 millones de personas en todo el mundo, según datos de la OMS.
 
Entre los síntomas que delatan un problema de audición está el pedir frecuentemente a las personas que repitan las cosas, la necesidad de concentración para oír a alguien hablar o susurrar, e incluso oír algunas letras mejor que otras: las consonantes como "f", "s" y "t" quedan anuladas por las vocales de tono alto como "a", "o" y "u". 
 
La edad es una causa frecuente de pérdida de audición —tal y como confirma el doctor Juan Royo—, "que suele empezar sobre los 50 a 60 años, aumentando el número de personas afectadas conforme se cumplen años; de manera que una de cada tres personas la padece después de los 65 años". Pero también existe un factor ambiental que daña la audición: el ruido. Emerge como una causa frecuente de pérdida auditiva en las sociedades avanzadas. De hecho, un estudio realizado en Estados Unidos cataloga la pérdida auditiva inducida por el ruido como la enfermedad ocupacional más prevalente en ese país. "El problema ha surgido por la ruidosa sociedad actual —tráfico, ocio...— y por el abuso de auriculares, sobre todo por parte de los jóvenes, hace que la pérdida auditiva afecte a personas de menor edad", argumenta el doctor Juan Royo.
 
Las personas con más riesgo son las expuestas a ruido ambiental por encima de los 80–85 decibelios (dB), que es el que producen, por ejemplo, varios secadores de pelo funcionando al mismo tiempo en una peluquería. "Las profesiones con mayor peligro auditivo podrían ser: personal de control de tierra en aeropuertos, ya que el ruido de los aviones al despegar y al aterrizar puede alcanzar los 140 dB; pilotos de Fórmula 1; mineros, que utilizan maquinaria que pueden alcanzar hasta 135 dB; obreros de la construcción; carpinteros; músicos, equipo de sonido y camareros de discotecas; jardineros; mensajeros y repartidores motorizados (las motos pueden generar un sonido que alcanza hasta 103 dB); profesores de guardería (el nivel de ruido en las aulas puede superar los 85 dB); y peluqueros/as”, enumera Juan Royo.
 
Entre los hábitos de vida recomendados para prevenir el problema, además de utilizar protección auditiva si se trabaja con equipos ruidosos y de no usar reproductores de música durante más de una hora al día y mantener el volumen por debajo del 60%, el doctor Royo también aconseja llevar una alimentación sana (mucha verdura y fruta y poca carne roja y grasas salutradas), evitar el tabaco y otras sustancias tóxicas para el oído, como algunas pinturas y disolventes, o algunos fármacos.
 
Audífonos invisibles
 
Ante cualquier indicio de pérdida auditiva, los expertos recomiendan acudir a un otorrinolaringólogo o a un centro especializado para realizarse una revisión. Se trata de una prueba indolora que evalúa la capacidad auditiva de la persona en tan solo unos minutos. El tratamiento se establece en función del nivel de audición: "La utilización de audífonos está indicada en los pacientes que tienen una pérdida auditiva que les condiciona desfavorablemente en la comunicación con las personas y con su entorno. En caso de que los audífonos no produzcan una amplificación suficiente, se puede utilizar el implante coclear", indica el otorrinolaringólogo.
 
Uno de los temores del paciente es si el audífono se verá mucho, resultará incómodo o podrá realizar deporte con él. Sin embargo, según los expertos de GAES, la gran mayoría de los usuarios de audífonos, independientemente del tipo elegido, muestra un alto grado de satisfacción. Es el caso de Antonio Garrido Buendía, jubilado de 88 años, al que le detectaron pérdida de audición hace siete años: "Decidí colocarme los audífonos y la verdad es que amplifican mucho el sonido, de manera que es posible escuchar el canto de los pájaros, el sonido del dinero al manipularlo y, lo más importante, amplifica el sonido del motor de los coches al aproximarse, lo que me da mucha seguridad al cruzar la calle".
 
La tecnología actual ha conseguido modelos tan discretos que son prácticamente "invisibles" (modelo CIC) porque se alojan en el interior del conducto auditivo. E incluso existe la posibilidad de adaptar el audífono en las varillas de las gafas del paciente si este no puede llevarlo en el conducto auditivo. Y la gran novedad es un modelo conectado al móvil que permite ajustar el sonido desde el teléfono y transmitir música o llamadas al audífono desde el 'smartphone'.
 
"En general, a mayor tamaño, mayor potencia, por lo que dependiendo del grado de pérdida de audición se pueden adaptar unos u otros audífonos", explica Royo. Según este especialista, en otros países de nuestro entorno, y sobre todo en EE UU, la utilización de audífonos es prácticamente un hecho tan natural como llevar gafas. "La población debe saber que su uso no es exclusivo de ancianos: muchas personas jóvenes y niños los llevan con la mayor naturalidad del mundo. Demorar la adaptación de los audífonos y dejar pasar años sufriendo pérdida de audición, puede condicionar un peor resultado de la ayuda auditiva y un mayor periodo de adaptación", advierte el experto.