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Basura espacial amenaza para las telecomunicaciones

Notimex | 22/04/2018 | 09:40

En el espacio exterior existen miles de satélites que terminaron su vida útil y que además desprenden residuos y fragmentos, los cuales orbitan alrededor de la Tierra para después caer como proyectiles, lo que representa una amenaza a las telecomunicaciones.
 
Esa basura espacial es monitoreada por cerca de 30 Observatorios Astronómicos alrededor del mundo, con la finalidad de advertir a las compañías de otros satélites en servicio para que éstos puedan modificar el trayecto de sus artefactos y así evitar colisiones.
 
Aunque con menos probabilidades, también se monitorea para evitar riesgos ante posibles caídas a la superficie terrestre.
 
“El problema es que una vez que terminan su vida útil se vuelven proyectiles”, advirtió Enrique Pérez León, responsable del Observatorio Astronómico de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el cual monitorea la basura espacial como parte de la red internacional que coordina el Instituto Kéldysh de la Academia Rusa de Ciencias.
 
Durante los últimos 60 años la incursión de las telecomunicaciones al espacio a través de satélites ha generado que estos objetos conformen una población de decenas de miles, de los cuales muchos han dejado de funcionar.
 
“Lo que sucede es que al terminarse su combustible o al terminar su programa espacial o el presupuesto que los mantenía en órbita, se convierten en objetos que van a la deriva, pierden su energía de traslación, sucumben ante la gravedad y terminan colisionando con otros satélites en función o precipitándose a la atmósfera de la Tierra”.
 
El experto dijo que hasta hace 30 o 40 años esto no era un problema, sin embargo, las facilidades para mandar estos artefactos al espacio ante el desarrollo de las telecomunicaciones ha agravado esta situación que además genera grandes pérdidas económicas.
 
En 2017, la empresa internacional de satélites SES informó que los aparatos de este tipo poseen un periodo de vida útil de 15 a 20 años, y que para prevenir colisiones utilizaban propulsores para colocar al satélite una órbita más arriba de otro, aunque reconoció que podían ocupar el mismo espacio.
 
De acuerdo con Pérez León, “una vez que un instrumento sale de su trayectoria se tiene que implementar un plan de prevención para poder mover algunos otros satélites que estén funcionando a órbitas más altas o más bajas para evitar una posible colisión”.
 
El doctor en Física explicó que en el espacio existen entre 80 mil y 90 mil satélites que brindan servicios telefónicos, de internet o meteorológicos, por lo que el impacto de estos aparatos con los viejos genera excesivas pérdidas económicas.
 
“Para poder llevar un kilogramo de cualquier cosa allá arriba son números de 10 mil dólares, entonces la inversión inicial para poder colocar algo en órbita es de millones de dólares, además la operación y mantenimiento viene costando alrededor de algunas decenas de miles de dólares por semana o mes, dependiendo de la función que preste”, refirió.
 
Esto, añadió, representa un problema no solamente monetario, sino también por el funcionamiento del satélite, lo que va a tener un efecto colateral muy grande porque esta dependencia en telecomunicaciones se acrecenta cada vez más, va a haber dispositivos más inteligentes, estamos cada vez más conectados”.
 
El monitoreo de basura espacial en México solo lo realiza la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
 
Esta última institución trabaja con un telescopio desde hace dos años para brindar información a la red coordinada por el Instituto Keldysh de Matemáticas Aplicadas de la Academia Rusa de Ciencias con sede en Moscú.
 
Sobre impactos a la Tierra o daños a la salud, refirió que el pasado lunes 2 de abril, el Tiangong-1, el primer laboratorio espacial que China lanzó al espacio, se desintegró durante su reentrada en la atmósfera terrestre a la altura de la región central del Pacífico sur.
 
A decir del responsable del Observatorio Astronómico de la UANL, menos del cinco por ciento del material que se envía al espacio logra caer a la superficie de la Tierra, pues los materiales están diseñados para desintegrarse, gracias a normativas que rigen de manera intencional.
 
“Esto quiere decir que desde el tornillo más pequeñito hasta artefactos del tamaño de un trailer, tienen que evaporarse al entrar en contacto con la atmósfera en su precipitación final”, recalcó.
 
Por ello, sostuvo, las partículas o residuos de estos artefactos no hacen contacto ni dañan la salud de los seres humanos.
 
“Reportes de un impacto directo de algún componente prácticamente no ha habido en los últimos años y esperemos que así siga porque a medida que aumenta la capacidad de comunicación aumentará aún más la ocupación de orbitales terrestres con mayor número de satélites”, subrayó.