La Reforma Electoral estipuló que el treinta por ciento de los integrantes de la próxima legislatura, deberá de tener menos de treinta años de edad.
El próximo grupo de congresistas, deberá de integrar entre siete y nueve congresistas, un número que podría conformar una bancada.
La intención de la inclusión de jóvenes, es visibilizar las necesidades de un público de adultos menores, universitarios y adolescentes, generando una agenda que incluya la empleabilidad, educación, desarrollo social, adicciones, embarazos, etcétera.
¿Cuáles son los riesgos?
La introducción a la vida política y el deseo por una trayectoria con miras hacia nuevos cargos futuros, podría ser un riesgo para los diputados en potencia, externó Juan Mario Solís Delgadillo, politólogo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
El especialista explicó que el joven político, dejará de lado sus convicciones por no cerrarse puertas con el partido político que lo impulsó. Concretamente, respetará primero los lineamientos y los valores partidistas, antes que sus propias ideas.
Aunque calificó como aventurado, adjetivar al futuro congresista como manipulable, señaló que su prioridad será hacer buenas relaciones para poder mantenerse en la vida pública.
No hay garantías
Además de este riesgo, Solís Delgadillo señaló que la edad no garantiza que se vaya a trabajar por ese sector. Ejemplificó que en el caso de la paridad de género, en ocasiones las legisladoras no han abonado por impulsar temas que beneficien el entorno de las mujeres.
De igual manera, manifestó que el nivel educativo es otra variante independiente, hay indicadores que revelan que una maestría o un doctorado, no garantizan la buena aplicación del poder, señaló el académico.
Otra probabilidad, es que integren a los jóvenes, dentro de comisiones más sociales y de menor peso.
Al no encontrar un mecanismo de trabajo eficiente dentro de los Congresos Locales, incluir bancadas con grupos diferentes, podría ser una estrategia desesperada por parte del poder, concluyó.
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