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La culpa es de su partido

Lupillo González | 03/03/2018 | 01:22

Obviamente la clase política mexicana no tiene un ápice de vergüenza y de forma descarada, sus peores personajes buscan brincar de un puesto a otro a pesar de entregar pésimos resultados a la ciudadanía.
 
En esta ocasión quiero analizar el caso del actual diputado local por el PRI José Luis Romero Calzada, que vale la pena desmenuzar de forma amplía.
 
A pesar de ser un político nocivo que ha dañado la de por sí mala imagen de un legislador, con total descaro quiere brincar a diputado federal por el segundo distrito, pero aquí viene el cuestionamiento: ¿de quién es la culpa? de él o del partido que lo pretende postular para dar otro chapulinazo?
 
Los partidos políticos tienen una mayor responsabilidad por presentar a los electores a personas que nada positivo han hecho en el puesto para el que fueron electos. Concretamente este diputado integrante del clan de “los amos del escándalo” es un auténtico caso para la psicología moderna.
 
Diversos sectores de la sociedad lo han tachado de violento, intolerante, homofóbico, descarado, poco confiable y totalmente ventajoso. Todo esto parece ser perfecto para el perfil que busca su partido el PRI, que sin duda tendrá un brutal castigo en las urnas.
 
Romero Calzada cuenta con un historial lleno de escándalos donde incluso fue señalado a últimas fechas de intentar despojar de sus tierras a comuneros de Salinas de Hidalgo mediante amenazas para seguir incrementando su millonario emporio. ¿Qué se puede esperar de un prepotente sujeto que con charola en mano irrumpe en escenas de crimen gritando y jactándose de ser un diputado con influencias?
 
Su salud mental ha sido incluso cuestionada un sinfín de ocasiones, debido a sus descarados actos de exhibicionista, que bien puede aparecer semidesnudo tirado en la nieve, vestido de Santa Clos presumiendo que regala dinero ajeno o bailando en plena sesión del Congreso el “chuntaro style”.
 
A mí me queda claro que loco no está. Es una estrategia que utiliza para salirse por la tangente y crear una fama de orate para evadir sus responsabilidades. Prueba de esto son dos casos que me comprueban que le juega al “loco”. Una de ella fue cuando se llevó a cabo una protesta para exigir la licencia del diputado del Partido Verde Manuel Barrera ligado a la llamada “ecuación corrupta” (por cierto íntimo y gran amigo de Romero Calzada) y en el momento clave de presión, saca una pancarta con la leyenda #TodosSomosBarrera y en cuya fotografía y tema se centraron los asistentes y los medios, olvidándose de su compinche Barrera para mejor ocasión. Un plan bien preparado.
 
La otra fue cuando a todos sorprendió hace tiempo al subirse a la tribuna con una playera con la imagen José Antonio Meade. Muchos pensaron que su objetivo era promocionar al posible candidato presidencial en ese momento, pero no, el trasfondo era que un día antes un juez le había negado un amparo en contra de una revisión del SAT a su empresa Tekmol.  En ese momento Meade todavía fungía como Secretario de Hacienda. Astutamente el diputado se encargó por medio de algunos personajes del PRI que el funcionario federal se enterara del acto para pueda ser redimido por el SAT.
 
Durante estos dos años mucho se le cuestionó a la cúpula del PRI el por qué habían postulado a un tipo así para diputado local. Martín Juárez Córdoba (pienso yo) en el fondo lleno de vergüenza aguantó una y otra vez la crítica y fiel a su estilo matizó el tema y dejó que las cosas se enfriaran.
 
Hoy José Luis Romero, un amo del escándalo, la prepotencia, el engaño y el abuso tiene el aval del PRI y del Verde para ser el abanderado a diputado por el segundo distrito federal con cabecera en Soledad de Graciano Sánchez. Podrá presumir tal vez de atrevido y valentón al lanzarse a un distrito que tiene perdido, pero no lo creamos “loco” ya que a cambio de esta aventura perdedora negoció muchas otras cosas para su beneficio personal.