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¿En que nos hemos convertido?

Jaime Chalita Zarur | 01/03/2018 | 01:08

¿En que nos hemos convertido? La pregunta es para la sociedad civil y la que representan los políticos, igualmente, pues todos estamos en el mismo País, nuestro México. Con enorme vergüenza, avanzamos en ser cada día más corruptos y, lo escribo así, porque nuestra pertenencia común es nuestra Patria y tenemos corresponsabilidad del hogar común. Unos por aguantar, otros por delinquir y, todos abonamos a la impunidad de forma pasiva o expresa.

 

Lo habíamos platicado en este espacio, la lucha por el poder de los mexicanos, sería despiadada, más sangrienta que la violencia que vivimos, hablando metafóricamente pero, igual, realmente y, así está ocurriendo. La inmundicia nos ahoga y aún cuando las voces de recomposición social se alzan, caen al vacío todas las exigencias de mejoría. La fiesta que se suponen deberíamos disfrutar en nuestras elecciones próximas, será una mentira. En ese día, creo y, ojalá me equivoque, será como una guerra civil. 

 

Las huestes de ciudadanos estarán preparadas para luchar por la victoria de unos cuantos que se conocen muy bien pero, serán los que de ninguna manera se conocen, y de todas maneras se enfrentarán defendiendo los intereses de quienes han fallado a la población históricamente. Solo mentiras hemos obtenido de estos y aquellos, abusadores de la esperanza ciudadana. No solo se han robado lo material, también, los sueños y aspiraciones de los demás. 

 

Los ataques de corrupción, de robo a lo público, no se detienen, todos los días amanecemos con las denuncias mediáticas de un nuevo escándalo de corrupción, hasta ahora impunes. Las denuncias ante autoridad son mucho muy pocas, es decir los escándalos se multiplican, pero la justicia se queda corta. No recuerdo momentos más difíciles de la vida gregaria en este México nuestros que se niega a perder en manos criminales. 

 

Gente acusada e impresentable que con todo descaro y desfachatez, después de ser señalados, caminan  impune por las calles; el colmo de lo que se pudre por lo material, en mensajes al Gobernador del Estado, se le cobran 3.5 millones para aliviar la miseria de los delincuentes curuleros, descarados a decir más no. Roedores de lo público, mal vivientes a costa de la pobreza creciente en todo nuestro País. 

 

Nadie se salva, las ansias de entrar en el control del dinero público y, del poder de los mexicanos, es interminable. La materialización de los negocios sucios a través de lo público, ha hecho que la impudicia de los actores políticos, casi todos, ayudados por algunos de la sociedad civil, no tiene para cuando encontrar un fin. 

 

Los partidos políticos, los gobiernos, las organizaciones de la sociedad, las empresas, todos somos responsables de lo que nos ocurre. La pérdida de lo genuino de las ideologías políticas y sociales está por tierra, sin poder dar alivio a lo mesiánico y lo más vil de lo pragmático; lo que sea, se hace para lograr las metas de avaricia y furibundo poder. ¿Quién se salva?  Casi nadie.

 

Decía Benito Juárez: "Malditos quienes con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos los traicionan" es la historia de las promesas de todos y cada una de las campañas políticas: jamás se cumple lo que se promete. El pueblo solo está para limosnas electorales y no para servirle saldando tantas deudas sociales que hemos acumulado y así, justo por esa razón la sociedad es tan desigual. 

 

La ideología del bien  común es, en circunstancias de igualdad, viendo en primer lugar por quienes se les ha negado el progreso como debe ser, el camino por recorrer. 

 

 

@jaimechalita