Independientemente de si nos lo merecemos o no, el cosmos nos ha bendecido con Rihanna en nuestras vidas. La cantante, actriz, experta en maquillaje y somelier del pueblo, celebró su cumpleaños el pasado 21 de febrero. Agárrense fuerte mientras repasamos todos los alardes de lujo que se dieron: lo celebró en el Grill and the Pool de Manhattan, se vistió de Saint Laurent y disfrutó de un concierto personal de Toni Braxton. Comió gnudis con caviar; comió filet mignon y bebió champán Hassan Jammeel, que se su novio y que ha facturado más de mil millones gracias al mercado automovilístico de saudí, estaba a su lado.
Rihanna es una mujer talentosa, pero en esta noche, la primera de su nueva década, no desplegó casi ninguno de sus dones. Solo uno. Y ese fue darnos el contexto adecuado para que una fuente anónima le dijera a Page Six: “Se acabó con cientos de botellas de champán y Leonardo DiCaprio se coló a la after party por una puerta lateral”.
Leonardo DiCaprio se coló por una puerta lateral. ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué no entró orgulloso por la puerta principal anunciando que es, de hecho, un amigo cercano y personal de Rihanna? Imaginen. Él, de pie, frente a las puertas supervisando la escena. La música de repente suena. Rihanna echa un vistazo y cruza la mirada con él. Ella le saluda con una leve reverencia. Jameel le susurra: “¿Quién es ese?”. Pero entonces ella le resta importancia: “Oh, solo un viejo amigo”. No, aquellos rumores sobre que ellos salieron son aparentemente falsos. Ella salió con un amigo de DiCaprio, si nos atenemos a lo que dice Page Six, y los dos famosos se convirtieron en amigos. (Perdón, pero ¿con qué amigo?).
¿Llegó tarde y no quería llamar la atención? ¿Había paparazzis rondando y no quería que le fotografiaran con su bici pública? No es que su presencia fuese a causar más sorpresa que lo que ya estaba ocurriendo dentro del Pool. Era el cumpleaños de Rihanna, probablemente habría encajado allí.
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