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Semana de la Moda de NY cierra con menos desfiles

Agencia | 16/02/2018 | 17:37

Precisamente fueron los diseñadores que no se habían pronunciado abiertamente sobre el movimiento ‘Me Too’ quienes mejor retrataron el resultado de esta nueva y agudizada conciencia. Su respuesta fue un elegíaco ambiente de amabilidad que envolvió a una moda protectora y elegante.
 
Donde mejor se expresó todo esto fue en el genial desfile de The Row en colaboración con la escultora japonesa-americana Isamu Noguchi. Las modelos desfilaron alrededor de 13 trabajos de esta artista, conocida por sus amistades con mujeres inconformistas de la primera mitad del siglo XX como Martha Graham, Berenice Abbott o Frida Kahlo.
 
El resultado fue una serie de diseños escultóricos, elegantes abrigos que protegían a las modelos tanto como las vestían. Sus formas retorcidas, con trozos de tela que envolvían sus torsos, remitían a las esculturas de acero galvanizado y bronce que se encuentran en las oficinas centrales de The Row en el West Village. El resultado fue majestuoso y refinado. Y visualmente también decía que nadie debería pensar jamás en acosar a las mujeres o sugerir siquiera que no son iguales que los hombres. Ese es el objetivo, también, del movimiento Time’s Up, fundado el pasado 1 de enero, que ya ha recaudado casi 20 millones de dólares (16 millones de euros) de fondos para ayudar en la defensa legal de las mujeres que han sido agredidas en sus puestos de trabajo.
 
Otra diseñadora, Victoria Beckham, contó lo mismo de una forma elegante y deportiva. Y funcional, pues muchas modelos lucieron leggings y zapatos de hombre al igual que en el desfile de The Row.
 
La selección de Beckham de gabardinas de lana de doble capa, sus vestidos de corte militar y sus abrigos masculinos caídos sobre los hombros al estilo de Joseph Beuys sugerían un estilo práctico a la vez que aristocrático. Perfectas muestras de la sofisticación urbana, que también subraya la demanda de igualdad de género en cualquier carrera.
 
Ese pulido significado también estuvo presente en Jason Wu. Sus lánguidos y relucientes pijamas, con sus partes de arriba que se extendían hasta por deabajo de la rodilla, sus fabulosos abrigos plisados al estilo Fortuny y sus flores silvestres de cristal de Swarovski incrustadas en los vestidos de gala hablaron, en todo momento, de clase y delicadeza. Y lanzaron el mensaje de que toda mujer esperará solamente el comportamiento más civilizado.
 
El ambiente femenino se extendió hasta Brooklyn, donde Adam Lippes presentó sus últimas propuestas acompañado por flores de té de hibisco y bollitos de desayuno en su apartamento con vistas al puerto de Nueva York. Inspirado en Escocia, y aunque Lippes nunca ha visitado el norte del muro de Adriano, el mix de tweed y cachemir abrió nuevos caminos y llevó el concepto de lo escocés hacia un nuevo terreno.
 
Con una puesta en escena que iba de las antigüedades de los diseñadores a modelos arquitectónicos de la Antigua Roma, fue el epítome de la sutileza de la moda moderna.
 
La mujer presentada esta temporada es cuanto menos asertiva. Eso quedó claro en el desfile que tradicionalmente cierra la semana de la moda de Nueva York, el de Marc Jacobs, cuyo mensaje de grandeza quedó patente en siluetas oversized, un homenaje a Yves Saint Laurent con capas, lazos en forma de cactus y mangas farol. Los ochenta en los que las mujeres comenzaron a aparecer como protagonistas y profesionales de las series de televisión y los años en los que las hombreras, que fueron las reinas de esta colección, surgieron.