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La inteligencia de los hijos depende más de la genética de la madre

Agencias | 28/01/2018 | 23:21

Un grupo de científicos de la Universidad de Glasgow ha averiguado que la genética de la madre determina la inteligencia de los hijos y es que las funciones cognitivas avanzadas que se heredan del padre, pueden desactivarse automáticamente.
 
Las mujeres suelen transmitir los genes de inteligencia a sus hijos y esto es porque este tipo de genes se encuentran en el cromosoma X y las mujeres tienen dos de éstos. Así lo explica el medio de comunicación The Independent, añadiendo que, tal y como informan los científicos de la Universidad de Glasgow, los genes que determinan las funciones cognitivas avanzadas que se heredan del padre, se desactivan de forma automática.
 
Para llegar a esta conclusión, previamente realizaron un estudio en el que se utilizaron ratones modificados genéticamente y descubrieron que aquellos que poseían más genes maternos, tenían cerebros y cabezas más grandes, pero cuerpos más pequeños. Al contrario, en el caso de tener más genes paternos, la cabeza era más pequeña y el cuerpo tendía a ser mayor.
 
Según informa The Independent, se identificaron células en seis partes distintas del cerebro de los ratones que solo estaban formadas únicamente por un tipo de gen (materno o paterno). En cuanto a las paternas, éstas se encontraban en el sistema límbico, que controla la alimentación, la agresividad y los comportamientos sexuales.  Por otra parte, las maternas estaban presentes en la corteza cerebral, encargada del razonamiento, el pensamiento y el lenguaje.
 
Los científicos querían adaptar esta investigación realizada con ratones a los humanos, así que procedieron a entrevistar a 12.686 jóvenes de edades comprendidas entre 14 y 22 años. Los resultados arrojaron que, a pesar de que el cociente intelectual de la madre está directamente relacionada con el de sus hijos, la inteligencia se determina también por otros factores, ya que solo un 60% de la inteligencia, como máximo, es hereditaria.
 
Por otra parte, un grupo de investigadores de la Universidad de Washington, estudiaron cómo un grupo de madres se relacionaba con sus hijos desde el nacimiento de éstos hasta que cumplieron siete años. Gracias a esto, se descubrió que los niños apoyados emocionalmente tienen un hipocampo un 10% más grande a que los que no y también poseen una mayor seguridad en sí mismos.