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Echar los perros sin ser acosador

Leopoldo Pacheco | 17/01/2018 | 01:39

“QUE SE EXPLIQUE UN ACTO NO significará nunca que se justifique”, aunque hoy en día en nuestra sociedad, parece que el dar una serie de explicaciones de la conducta de los seres humanos justifica sus acciones y es eso lo más grave. La interpretación cultural de la que somos parte y actores al mismo tiempo nos lleva a ser víctimas y verdugos, dependiendo la óptica que sin duda también tiene un contexto de tipo antropológico.
 
EL DÍA DE HOY, AMIGO LECTOR, quise romper tal vez un poco con la acostumbrada reflexión política a la que he dedicado la mayor parte del contenido de este espacio, al que agradezco su atención, para abordar un tema que podría no ser tradicionalmente político, entendiéndolo en un contexto ordinario, pero sí sensible y ¿Por qué no? Políticamente aprovechable para aquellos que en esto se den cuenta del umbral que se ha abierto entre las libertades y el derecho de las personas a rechazar lo establecido culturalmente, como es el galanteo o la coquetería. Aunque vale la pena reconocer que este espacio resultaría insuficiente para abrir un debate milenario al respecto.
 
LA GALANTERÍA ENTENDIDA culturalmente se le atribuye al género masculino, entendido por ejercerlo desde una óptica tradicional como se define: La galantería como una acción o expresión obsequiosa, cortesana o de urbanidad para con una dama. La galantería es una conducta de respeto y masculinidad caballeresca ejercida por los hombres; mientras que las mujeres ejercen el arte de la femineidad y la coquetería. La galantería es una forma elegante de seducción y el preludio del cortejo. (Aclaro que este no es mi punto de vista).
 
LA DIFERENCIA QUE HOY EN DÍA se debe entender necesariamente es que ni todas las mujeres son receptivas al cortejo, ni todos los hombres están obligados a ejercer los cánones establecidos para lo que socialmente está aceptado: nuestra sociedad ha cambiado a tal grado que la interpretación de una intención amorosa entre los sexos opuestos o iguales, debe necesariamente ponderar la voluntad de cualquiera de las partes y de ahí que se tenga que sublimar el respeto para que cualquier actitud no sea interpretada como un acoso o bien, en eso se convierta.
 
CUENTO LA EXPERIENCIA DE UN compañero en un gimnasio que me dice, “-mejor me espero a que suba la señorita por la escalera, no iré justo detrás de ella porque podría malinterpretarse-, no sabes, hoy en día cualquier acción puede ponerte en ese plan. -aguas…”. Posiblemente consideraría exagerado ese punto de vista, sin embargo es completamente real que cada vez más hombres están conscientes y sin duda, también cautos, a ser denunciados por una situación semejante. Hoy en día aunque parezca “poco encantador” o le reste “mística” al hecho de pretender, es mejor cerciorarse plenamente de que la otra persona está de acuerdo con el galanteo y que la actividad deje de ser solo una tradición a la que todos estamos acostumbrados, a fin de avanzar como sociedad y evitar en lo posible cualquier forma de violencia. El debate que encabezaron las francesas liderado por la actriz Catherine Deneuve, está muy relacionado con eso de las tradiciones y a interpretar que los hombres están siendo víctimas de una cacería de brujas. Yo, desde mi particular punto de vista, amigo lector, veo en esto una situación que no tiene absolutos porque en la seducción no hay inocentes ni culpables consuetudinarios, sino voluntades y pasiones. No hay ángeles ni demonios, solo seres humanos.
 
TRISTEMENTE NOS ENTERAMOS por las noticias a diario de los acosadores sexuales, de los abusos sexuales, de la violencia de las parejas que se presentan cada vez en los niños y niñas, pero que también existen en los adultos, y muchas veces no se denuncian porque en la gran mayoría los adultos piensan que son actitudes normales y legales en la vida diaria.
 
EL ACOSO SEXUAL POR DEFINICIÓN es: "La manifestación de una serie de conductas compulsivas de solicitud de favores sexuales, dirigidas a una persona en contra de su consentimiento. Esta acción puede perjudicar a personas de ambos sexos. Los principales acosadores son hombres que ejercen este tipo de comportamiento en ambientes laborales, académicos, estudiantiles e incluso familiares (Wikipedia). Cuando hablamos de galanteo que es correspondido, ya no hay acoso, ya es un galanteo ejercido por ambos.
 
LA SERIE DE AGRESIONES QUE pueden ir desde molestias hasta serios abusos, y que tienen la finalidad de intentar desencadenar una actividad sexual, suele tener lugar en el puesto de trabajo, donde la confianza mutua es admitida inicialmente como base contractual para la relación laboral de subordinación, o en otros ambientes donde la voluntad de expresar un rechazo puede verse condicionada por la posibilidad de sufrir reprimendas. Es ahí donde reside la base de lo que hoy en día se exige como respeto y que ha despertado más que nunca, la denuncia cada día de más mujeres que han desenmascarado a aquellos que por años ejercieron este abuso. #SeamosGalantesNoMaleantes.
 
Hasta la próxima.