Ahora que ya está en el congreso del estado la propuesta formal para el fiscal anticorrupción, todo mundo espera que el que sea designado realmente se constituya en un dique de contención a la corrupción y que sancione con rigor a los auténticos culpables de los delitos relacionados con actos de corrupción y no vaya a pasar lo mismo que con la contraloría estatal que desde su creación sólo ha servido para castigar funcionarios de cuarta categoría por faltas menores en tanto los protagonistas de grandes saqueos siempre han quedado protegidos por el manto de la impunidad, como lo demuestra un breve repaso a la actuación de esa dependencia creada durante el gobierno del profesor Carlos Jonguitud Barrios.
Precisamente, fue César Rubio Arteaga el primer titular de la contraloría al que le pasaron por alto los descarados trafiques de contratos de obras así como la práctica del “moche” en dicha administración que eran un secreto a voces pues nunca procedió contra los verdaderos autores y al final del sexenio únicamente denunció a empleados menores del DIF que fueron a parar a la cárcel.
Más adelante, en el gobierno de Leopoldino Ortiz, el mismo Rubio Arteaga manejó el caso del escándalo de la obra pública en el que no pasó de un par de inhabilitaciones a algunos funcionarios públicos, sin ir más allá.
Luego de unos años de existir sin pena ni gloria fue cuando llegó a la titularidad Isaac Delgado cuando pareció que justificaba su creación pues él se atrevió a abrirle un proceso administrativo a un ex gobernador como lo hizo con Marcelo de los Santos por presuntos manejos oscuros en aquel famoso préstamo de fin de sexenio por mil 500 millones de pesos del que salió bien librado aunque quedó como precedente de cómo debería actuar la contraloría.
Ya en tiempos recientes, Fernando Toranzo la utilizó para apretar las tuercas a algunos funcionarios marcelistas y cobrar venganzas enviando a prisión a unos de ellos de la que salieron limpios lo que en su tiempo hizo también el hombre fuerte del torancismo Cándido Ochoa Rojas como espada de Damócles contra los que querían rebelarse a sus órdenes.
Claro que también han pasado encargados de la dependencia que, por angas o por mangas dieron lugar a versiones de que, tan bien les iba en el cargo, que se dieron el lujo de comprarse un avión particular y departamentos lujosos en playas de moda además de solapar a personajillos que al amparo de una chamba en la contraloría obtuvieron muy buenos ingresos pasando la charola a los constructores que tenían obra pública. En esta etapa de la administración de Juan Manuel Carreras con Gabriel Rosillo al frente la dependencia puede dar el estirón definitivo en su desempeño según maneje los asuntos delicados que involucran a figuras relevantes de la política aldeana.
En fin, en términos generales la existencia de la contraloría estatal desde su nacimiento ha dejado mucho que desear y su función sancionadora de funcionarios por actos de corrupción ha sido bastante deficiente lo que ojalá y no ocurra con la nueva fiscalía anticorrupción para la que ya perfilan al joven Jorge Vera hijo del diputado Oscar Vera Fabregat, abogado joven estudioso y honesto.
CABOS SUELTOS
En la visita que hará a San Luis el próximo 8 de enero el aspirante presidencial Jaime Rodríguez el “bronco” en la respuesta que tenga de la gente podrá darse una idea de cómo le iría con los votantes de sociedades conservadoras como la nuestra de las que hay muchas semejantes en el país…