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La razón científica por la que cancelamos planes

Agencia | 27/11/2017 | 11:04

Con la existencia de los grupos de Whatsapp, cancelar planes a último momento nunca se ha vuelto más fácil —para satisfacción de muchos y tortura de otros—. Algunos encuentros vuelven a programarse y así sucesivamente, hasta que alguien, con muchas ganas de sincerarse consigo mismo, expresa la verdad ante todos: «No tengo ganas de reunirme».

Claro, no faltará quien lo tache de mal amigo o de inescrupuloso, pero lo cierto es que ese fue el único valiente. La culpa es la que no deja decir la verdad cuando simplemente no hay ganas... No cancelamos planes porque estamos muy estresados o ocupados, hay otro motivo que ninguno de nosotros va a querer admitir: da satisfacción.
 
¿Y el tiempo para mí?
La neurobióloga Amy Banks, una terapeuta especializada en la «desconexión relacional» y autora de Wired to Connect, explica que es perfectamente normal sentir un poco de temor antes de cumplir una «función social». Las personas con ansiedad social pueden sentirse completamente angustiadas, pero para la mayoría de las personas, sin embargo, esas preocupaciones generalmente se disipan una vez que están allí. El desafío es llegar a ese punto (concretar la reunión).

Según Banks, una explicación a la satisfacción de cancelar los planes puede ser bastante simple: los horarios de algunas personas son muy exigentes, y la reducción en los planes es el camino más fácil hacia un tiempo de inactividad necesario. «Cancelar planes se siente bien porque realmente se necesita una noche libre", explica.

También es posible que la alegría que se siente al cancelar sea por causa de las otras personas y cómo nos sentimos con ellas: «Podríamos conservar relaciones en donde no sentimos ninguna conexión [...] Reunirse con esas personas puede ser estresante o agotador, por lo que es posible que experimentemos alivio al cancelar un encuentro porque no nos sentimos bien al verlos». Si ese es el caso, explica que deberíamos dedicar un tiempo a determinar si se trata de un problema. Ante todo ser sinceros con nosotros mismos y decidir si queremos conservar ese vínculo o no.

Ser sinceros con nosotros mismos
Con la facilidad que implica relacionarse a través de las redes sociales, las reuniones en persona pueden resultar innecesarias. «Las personas sienten que sus necesidades de contacto se satisfacen al mantenerse al día con su teléfono, por lo que estar con la gente —en persona— se convierte en una carga [...] Reunirse puede ser estresante. Por mensaje de texto nuestras relaciones son ordenadas: podemos ocultar lo que queremos ocultar y evadir a las personas cuando las cosas se ponen incómodas», expresa Sherry Turkle, directora de la Iniciativa MIT Technology and Self y autora de Reclaiming Conversation.

También sucede que cuando cancelas un plan no ves el rostro de la persona a quien le cancelas. «Cuando cancelamos planes a través de redes sociales, no tenemos que ver o escuchar la decepción o la tristeza del otro. Cuando tienes que enfrentarte a esa persona y a su reacción emocional cara a cara, se vuelve más difícil, porque realmente tienes que procesar que estás haciendo que alguien se sienta potencialmente mal», dice Simon Rego, jefe de psicología en Montefiore Medical Center.

La mejor manera de terminar con ese círculo de cancelar planes es romper con el hábito: hacer menos planes. Si estamos muy ocupados, lo mejor es no comprometerse a tener un encuentro. Y cuando hacemos planes, que sea con personas a las que realmente queramos ver. La culpa y la apariencia no son necesariamente las que al final del día nos dejan una sonrisa.