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¿Qué tan segura es la ciudad?

Pedro Cervantes Roque | 25/11/2017 | 01:36

LOS ACONTECIMIENTOS DELICTIVOS más recientes nos hacen pensar que vivimos en una ciudad de seguridad limitada. No obstante, las relatividades de siempre nos conducen a la decisión de escoger un sitio que estuviera mejor que nuestra urbe a fin de vivir en condiciones más seguras y tranquilas. En las condiciones actuales, esa es una tarea difícil de resolver porque no solamente influye la tranquilidad, sino la disponibilidad de otros servicios y ofertas laborales.
 
LOS RIESGOS QUE TIENE TODA ciudad de mediano desarrollo en México son muy parecidos. Los informes emitidos por la prensa dan cuenta de las reacciones que frecuentemente se dan en ciudades y pueblos de distintos estados en los que la delincuencia empieza a enfrentar el rechazo de los habitantes. Visto el poco esfuerzo que realizan algunas autoridades para reducir el número de delitos en sus respectivas demarcaciones, el actuar de los habitantes tiene justificación hasta cierto punto.
 
PERO SE TRATA DE CONSIDERAR las opciones que tiene un ciudadano común y corriente de modificar el entorno en que se desarrolla su familia, partiendo del hecho que en su defensa no dispone de recursos directos para influir en el cambio. No tiene, por ejemplo, acceso a armas ni sabe usarlas porque no ha recibido cursos, aunque debiera haberlos tenido como parte de su instrucción militar en el Servicio que prestó al llegar a los 18 años.
 
SI NO TIENE FORMA DE UNA defensa personal y familiar, la dependencia de las familias es total de las corporaciones policiacas y militares que hoy están involucradas en las tareas de seguridad pública. Se trata de buscar elementos que permitan a la autoridad impactar en el campo de su competencia.
 
NO HAY UNA OPCIÓN PARA LA gente de clase media ni tampoco para la de clase baja. No se cambia de residencia aún tratándose de la misma ciudad. Luego, entonces, la opción más cercana es exigir el cumplimiento de los programas de seguridad tal y como se encuentra en los planes de gobierno, a fin de que el desarrollo de la población sea en condiciones seguras.
 
ORA BIEN, ES CLARO QUE ESTÁ ausente un plan de seguridad pública completo, en el que no solamente se encuentre la lucha directa y frontal contra la delincuencia, sino las tareas de prevención en las que se insiste solamente en los discursos pero no en la práctica cotidiana.
 
ADEMÁS, FALTA TAMBIÉN UNA explicación coherente y suficiente sobre las realidades que viven ciudades como la nuestra. La aparición de nuevas modalidades de la práctica delictiva indica que no solamente se ha encontrado un nuevo nicho de delincuencia organizada, sino que las autoridades desconocen la forma de neutralizar su acción.
 
LA FALTA DE ELEMENTOS ACTIVOS incorporados a las fuerzas del orden se suma a la ausencia de capacitación de los ya integrados y a la falta de incentivos para profesionalizar las corporaciones, lo cual se traduce en riesgos para la población en general.
 
PERO ES NECESARIO VOLVER AL principio. La ciudad es segura con sus naturales salvedades. No estamos en un paraíso de tranquilidad pero en este momento pocos sitios en el mundo pueden presumir de garantizar el tranquilo desarrollo de la vida de sus habitantes. No es consuelo para muchos, pero no podemos esperar más.