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Pedro Infante, 100 años de un icono mexicano

Agencia | 18/11/2017 | 09:00

Pedro Infante, aquel hombre de origen humilde que con su carisma y talento se convirtió en el Ídolo de México, el ídolo al que todo México lloró aquel fatídico 15 de abril de 1957, es recordado hoy en el centenario de su natalicio. Definido por la gente que lo trató como un hombre sencillo, carismático, seductor y comelón, Pedro Infante fue, es y seguirá siendo uno de los referentes más importantes de la cultura mexicana que, como dicen varios, se encuentra adherido al ADN de los mexicanos.
 
¿Quién no ha cantado Amorcito corazón? ¿Quién no ha visto una y otra vez sus películas, que cada fin de semana inundan la televisión nacional? ¿Quién no ha bromeado con el grito de “Torito”? o ¿quién no se ha conmovido con las tragedias que viven varios de sus personajes cinematográficos? Salvo las nuevas generaciones, muchos podrán verse identificados de alguna u otra forma con el Ídolo de Guamúchil.
 
"Pedro Infante era el representante perfecto del hombre mexicano, del hombre guapo, del hombre simpático, chistoso y buena persona. ¡Realmente era simpatiquísimo! Trabajamos en algunas películas y fuimos pareja en El inocente (1956). Jamás se quiso quitar los pantalones en la filmación porque decía que tenía las patas (sic) muy flacas. ¿Que si era cierto? ¡No lo sé porque nunca se los quitó! Era un tipazo y muy madrugador, si teníamos llamado a las siete de la mañana, él llegaba a las seis y media. Era una persona extremadamente cumplida y muy sencilla”, expresó Silvia Pinal en entrevista con Excélsior. 
 
En cuanto a su afición por la comida, Pinal, quien también trabajó con Infante en La mujer que yo perdí (1949) y Un rincón cerca del cielo (1952), compartió una anécdota que a 61 años de distancia aún le provoca carcajadas.
 
"Una vez estábamos en Acapulco filmando (El inocente) y yo había encargado unos tamalitos que hacen allá, deliciosos. Me los trajeron en una cajita y eran como 40 o 50. Me fui a filmar y cuando regresé por mis tamalitos ya se los había comido todos, ¡todos! Así, de esa medida era Pedro Infante”, expresó entre risas la actriz sonorense.
 
Nacido el 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán, Sinaloa, Pedro Infante fue el cuarto hijo de 15. Por cuestiones económicas, el pequeño Pedro cursó hasta cuarto de primaria y comenzó a trabajar a temprana edad. Su primer empleo fue en la Casa Melchor, donde fungió como mandadero.
 
Después de esa experiencia, entró a trabajar como carpintero con Jerónimo Bustillos, donde estuvo laborando cinco años. Se sabe que ya en la cumbre de la fama, Pedro seguía construyendo los muebles de sus casas, debido al amor que sentía por el “oficio  de Cristo”, como él lo definía.
 
Como siempre le atrajo la música, utilizó sus conocimientos de carpintería para construir una guitarra y tocar en algunos bares de Mazatlán con su grupo La Rabia. A los 20 años Infante fue contratado como violinista, baterista y cantante por La Orquesta Estrella y se mudó a Mazatlán. Es ahí donde conoce a María Luisa León, con quien se casó y mudó a la Ciudad de México para probar suerte, primero como carpintero y peluquero, y después como cantante.
 
Aunque fue rechazado en distintas ocasiones, conoció en 1940 al ingeniero de sonido Luis Ugalde, quien le ayudó a entrar a la XEB, estación en la que consiguió un contrato para cantar tres veces por semana.
 
Y aunque muy pocos lo saben, fue Consuelito Velázquez, creadora de Bésame mucho, quien le ayudó al inicio de su carrera.
 
"Cuando descubrieron que mi madre era compositora de música popular le dieron un programa de radio en 1941 que se hizo muy famoso. Mi madre nos contaba que cuando salía del estudio siempre había un muchacho parado junto a una columna, que se le quedaba viendo. Le empezó a molestar que ese muchacho siempre estuviera ahí y que la viera insistentemente, hasta que un día ese joven se le acercó y le dijo: ‘Señorita Velázquez, disculpe que la interrumpa, pero quería decirle que soy cantante y que soy de Sinaloa. Creo que mi vocación es ser un cantante, me fascinan sus canciones y quisiera saber si usted me podría ayudar para que me escuchen en la radiodifusora’.
 
"Mi mamá nos dijo que para quitárselo de encima lo llevó inmediatamente con el director de la radiodifusora, que era don Enrique Contel. Lo escuchó e inmediatamente lo contrataron. Ése fue el inicio de Pedro Infante en la radio en México y, a raíz del éxito que tuvo, llegó a Discos Pearless, donde grabó algunos temas de mi madre”, expresó Mariano Rivera Velázquez, hijo de Velázquez.
 
Por aquella época Pedro Infante pudo ser parte del elenco del cabaret Waikikí y gracias a su amigo Alfonso Rodríguez, un mesero del Salón Maya del Hotel Reforma, pudo entrar a trabajar a ese lugar. Fue ahí donde lo descubrieron los productores Luis Manrique y Eduardo Quevedo, quienes lo invitaron a trabajar como extra en el cortometraje Puedes irte de mí (1940). Poco a poco llegaron las ofertas en el cine hasta que el joven director Ismael Rodríguez se sintió atraído por él y lo invitó a trabajar de manera más formal en el séptimo arte, comenzando de esta manera una carrera muy fructífera que dio como resultado 62 producciones fílmicas de las que sobresalen Los tres García (1947),  Nosotros, los pobres (1948), Ustedes, los ricos (1948), La oveja negra (1949), A.T.M. ¡A toda máquina! (1951), Un rincón cerca del cielo (1952) y Pepe el Toro (1953).
 
"Estamos celebrando el primer centenario del que es considerado el mito más perdurable del cine mexicano y uno de los más importantes de la cultura popular. Pedro Infante sigue vigente porque buena parte de su esencia sigue siendo algo que el mexicano quisiera alcanzar. Por un lado la vida personal de Pedro Infante es la del hombre que se hace a sí mismo, que sale de los estratos populares y por medio de su talento y simpatía logra  llegar a lo más alto.
 
"Una vez ahí, teniendo el dinero, la fama, la fortuna y el poder, Pedro no se olvida de su gente, del pueblo, que es de donde viene. Infante siempre está aterrizado, siempre está haciendo contacto con el pueblo, al que él sabía que se debía. Incluso los fines de semana, en su casa de Cuajimalpa, pelaba chamacos porque le gustaba cortar el cabello”, expresó en entrevista José Antonio Valdés Peña, subdirector de Información de Proyectos Especiales de la Cineteca Nacional.
 
En cuanto a sus personajes en cine, el también crítico de cine comentó:
 
"Por otra parte los personajes que interpreta en el cine son el resultado del hombre nuevo que deja la Revolución Mexicana, el hombre que es capaz de ser muy enamorado, que también es capaz de formar una familia con la mujer que quiere, un hombre comprometido, sacrificado, noble, trabajador y un poco machista, pero era el machismo de la época. Sus personajes, como el de Pepe El Toro,  el de Luis Antonio de Los tres García o el vagabundo que se vuelve policía de tránsito en ¡A toda máquina!, están conformados en torno a la propia personalidad de Pedro Infante. los personajes se adaptaban a la personalidad de Infante y no como dicen los cánones, que el actor se debe adaptar al personaje”, complementó Valdés Peña.
 
SU VOZ
 
En el terreno musical y según los datos proporcionados por su hija Lupita Infante Torrentera, Pedro Infante grabó 430 temas, 340 quedaron registrados bajo el sello de Discos Peerless y 90 fueron sacados de las películas y grabados por Discos Orfeón. Aunque muchos críticos decían que la voz de Infante no se comparaba con la de Jorge Negrete, cuya voz calificaban de educada, la gente siempre se inclinó por el trabajo musical de Infante, que lo mismo exploró el bolero, el huapango, lo ranchero, los valses y los corridos.
 
“Mi esposo me contaba que Pedro Infante se esforzaba por alcanzar el tono de Jorge Negrete, que trataba de forzar al principio su voz para alcanzarlo, algo que no iba con su tipo de voz. Mi marido entonces le dijo: ‘Mire Pedro, Jorge Negrete tiene una voz muy particular, seguro él puede cantarle desde la calle a una muchacha que se encuentra en el octavo piso y ella le va a escuchar muy clarito, pero usted, con su voz, le va a poder cantar a esa misma muchacha al oído y hasta besito va a obtener”, contó Beatriz García, esposa del finado compositor musical
Manuel Esperón. 
 
El tenor mexicano Fernando de la Mora, siguió esa misma línea y comentó que además de aportar a la cultura mexicana, se encargó de emocionar a sus seguidores gracias a su voz.
 
No sólo lo considero una persona importante, lo considero el artista más importante que ha dado Latinoamérica. Es el hombre que ha llegado más al fondo del corazón de México. Pedro Infante está en el ADN de los mexicanos y lo considero así porque no sólo fue un hombre que se encargó de cantar, sino que se encargó de emocionar. Fue un hombre que tuvo la posibilidad de hacer películas emblemáticas y sus películas se siguen viendo, son de las pocas cintas mexicanas que siguen teniendo rating a pesar del paso del tiempo. Pedro Infante trascendió todo y va a pasar a la historia de nuestro país como los libros de texto”, expresó en entrevista el tenor.
 
El músico Camilo Lara complementó lo expresado por De la Mora al decir que Infante fue uno de los que contribuyó a crear un tipo de mexicanidad moderna.
 
Pedro Infante junto a otras figuras como Jorge Negrete, contribuyó a través del cine a inventar la mexicanidad moderna, un poco el estereotipo del mexicano valiente, simpático, enamoradizo. Le dio forma a ese mexicano que nos definió como nación. Hay parte de nuestro ADN que vive ahí y lo hace muy valioso. Pedro Infante fue sin duda uno de los grandes intérpretes mexicanos”, acotó el integrante del Instituto Mexicano del Sonido (IMS).
 
SU DECESO
 
Hace 60 años, el 15 de abril de 1957, Pedro Infante se llevó la primera plana de distintos medios, entre ellos la de Excélsior, cuando se dio a conocer que había perecido en un accidente aéreo cuando la avioneta en la que viajaba se había desplomado en Mérida, Yucatán, provocando la muerte de él y de otras cuatro personas.
 
“La ciudad estaba llena de un tema. De todos lados surgía su nombre. Había algo así como una atmósfera de abatimiento. Podía apreciarse, sobre todo, en los barrios humildes. Dondequiera que se dirigiera la mirada se veía a una persona con el ejemplar de Últimas noticias en la mano. Fueron muchas las veces en que pudo observarse a un lector que se enteraba de los últimos acontecimientos, mirando un periódico ajeno por sobre los hombros de su dueño”, se leía en la edición del 16 de abril de 1957 de Excélsior.
 
La noticia conmocionó al pueblo de México así como a la comunidad cinematográfica, que se dio cita tanto en el Teatro Jorge Negrete, donde se llevó a cabo la velación, como en el Panteón Jardín, donde se le enterró.