LAS EXPRESIONES DEL presidente de la Confederación Patronal de México -mejor conocida como Coparmex-, Gustavo de Hoyos Walther, acerca de la situación que vive San Luis Potosí, contrasta con las opiniones que líderes de grupos diversos y algunos dirigentes de partidos políticos tienen con relación al mismo tema. Por supuesto que no se trata de la mirada bizca de los sectores colocados en la gama de la política tan variada como la que tenemos, coincidiendo en el tema, pero no en su enfoque, con los empresarios agrupados en el más poderoso sindicato patronal de nuestro país.
EN REALIDAD SE TRATA DE LA polaridad que ocurre cuando los procesos electorales atraen la atención de todos, incluidos los preocupados dueños del dinero que defienden las que ellos consideran como las mejores condiciones de la economía de un país en crecimiento. Uno ignora si la tentación de meter las manos en los procesos electorales sea tan irresistible para el empresariado mexicano, que nunca vaya a desaparecer en el contexto electoral. Pero lo que sí es posible señalar es que el sector representado por la Coparmex expresa sus puntos de vista en función de las expectativas que tienen acerca del desarrollo económico.
LO QUE SÍ ES CIERTO ES QUE LOS empresarios han aprovechado las oportunidades de expresar sus puntos de vista, que coinciden con alguna ideología política sin descuidar que sus relaciones con el gobierno, desde cualquier terreno y en cualquier momento, sean una de las garantías de seguridad para el capital nacional. No se ha sabido que recientemente haya rompimientos entre el gobierno y los empresarios colocados al lado derecho de la gama ideológica. Sin embargo, cuando sus expresiones abandonan el terreno de la prudente distancia con el gobierno y se adentran en cuestiones del manejo político del mismo, sus calificativos reflejan aprobación y revelan un consentimiento alentador para los políticos en turno.
CONSTRUIR A PARTIR DE AHÍ LOS futuros que esperan a los políticos no asegura resultados favorables en el espacio electoral. Puede ser la aprobación de la élite empresarial para un gobierno pero nunca un seguro contra fracasos electorales. En todo caso, es necesario que los partidos compitan entre sí, y ahora con los candidatos independientes, tratando de que sus propuestas no estén alejadas de los conceptos que vierten los líderes del sector privado, porque sin su visto bueno serían más los riesgos que las posibilidades de éxito.
EN MUCHOS SENTIDOS, LAS expresiones aprobatorias del sector empresarial mexicano representan el principal elemento de satisfacción para cualquier gobierno. Pero cuando esos conceptos divergen de los escuchados en boca de los sectores críticos, cuyo peso y autoridad no son comparables con el sector del dinero, se descubre un potencial tensor de la sociedad en tiempos electorales, lo cual nunca deja de ser preocupante.
EL CRÉDITO OBTENIDO POR EL gobierno en este momento no equivale a una inversión política en el ámbito electoral, pero le otorga al gobernador un aliciente para afianzar sus políticas de desarrollo, sin desconocer que un eventual triunfo en las urnas por parte de los candidatos afines al partido de origen del actual gobierno, redundaría en beneficios mayores.
POR LO DEMÁS, LA EFERVESCENCIA electoral concita en el terreno de las opiniones a los más diversos actores. Hoy se pueden leer -escuchar o ver- opiniones sobre política y desempeño gubernamental expresadas por religiosos, por empresarios, por empleados y, claro, por políticos en activo y por líderes de los distintos partidos políticos. Que sea para bien.
