La boruca
ELEGIR REPRESENTANTES LOCALES y federales, autoridades municipales y presidente de la República en México se convierte en una tarea cívica sexenal y trienal con una responsabilidad cada vez mayor. De la calidad del trabajo que entreguen diputados y autoridades dependerá el resultado que la administración pública presente al final de su periodo constitucional, y de eso no parecemos tener conciencia plena los votantes.
EL MOMENTO PARECE INDICADO para reclamar a la autoridad electoral una capacitación mayor para el ciudadano. Las decisiones electorales en México se toman a partir de factores que nada tienen que ver con la buena marcha de un gobierno, con el desempeño correcto de una función legislativa o de representación estatal en el Senado. Así, el ciudadano no parece tener en cuenta los antecedentes del candidato postulado por alguno de los partidos y, ahora, por haberse postulado como candidato independiente.
EL TRABAJO DE LEGISLADORES Y autoridades municipales representa la más importante de cuantas se cumplen por parte de los políticos. Si la Presidencia de la República es una preocupación para los partidos mayores que desean tener una presencia destacada en el contexto gubernamental para, desde ahí, tratar de desarrollar una fórmula de progreso y bienestar, para el ciudadano la preocupación hoy día es la capacidad personal de los aspirantes a un cargo de elección porque de ella, de su capacidad, depende el nivel de los aciertos y la cantidad de acciones que pueden realizar durante su periodo de ejercicios.
FRECUENTEMENTE SE ESCUCHA entre los ciudadanos la opinión de que los legisladores, especialmente ellos, han de tener un mínimo de preparación para tener clara la función que van a desempeñar, para que no se presten a manipulaciones ni comprometan su trabajo más allá del razonable deseo de beneficiar a los más. No obstante, esta opinión va en contra del interés fundamental de una cámara como la de Diputados en México. La cámara es un escenario de encuentros de personajes de toda la nación, que tienen la cualidad de tener un sitio destacado en sus comunidades y están facultados para representar el interés de sus votantes ante los poderes de la Unión. No es una asamblea de notables y tampoco es un congreso de académicos que se reúnen para conocer los avances de la ciencia que los ocupa.
LA TÍPICA INFORMACIÓN ESCOLAR acerca de las funciones de los poderes de la Unión, hace pensar en que, cuando los ciudadanos se deciden por el proyecto de alguien y confían en que tendrá la capacidad de llevarlos a cabo tal y como dijeron que lo haría, los aspirantes al cargo que está en juego formalizan un compromiso de cumplir la palabra empeñada, de resolver los asuntos que dijo ventilar ante instancias adecuadas, y estará vigente una relación responsable de legisladores y ciudadanos, en la que nadie puede fallar.
LA TEORÍA AL MENOS NO TIENE fallas. La práctica conduce a los legisladores electos -sin importar su partido de origen ni las preferencias ideológicas de cada uno- a estadios de subjetividad en el que enredan a los ciudadanos con la esperanza de no volver a ser reclamados en público y en privado.
EL CIUDADANO TOMA A BURLA EL esquivo de las temáticas que están pendientes de trato entre ellos y los legisladores. Un diputado o un senador son incapaces de admitir delante de sus electores los yerros que haya cometido, o las condiciones desfavorables que imperaron para que tal cosa sucediera. Políticamente lo consideran una acción sin resultados benéficos para su causa personal pero, cuando llegue la hora de los reclamos tal vez no estén en condiciones de responder como debieron hacerlo de inmediato.
LA BORUCA
Comienzan a circular en la mensajería de la web una serie de noticias de escándalo que colocan a personajes de la política local como desventurados que se soltaron del auxilio de las estructuras de su partido. En pocas palabras, que van a caer. Pero no se ocupan los entretenidos mensajeros de verificar si lo dicho en uno de ellos es cierto. No es la primera vez que una versión corre sobre ruedas y al final resulta que no tuvo sustento. La responsabilidad de desorientar debe tener como contra yerba una sanción ejemplar. Física y en especie.
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QUE SI LOS ADOQUINES SON históricos y coloniales es una ocupación que nada más distrae a la población que pudiera interesarse en el tema. Pueden volver a ponerlos, venderlos o llevárselos a su casa. Antecedentes de todo eso abundan en la ciudad y en las cabeceras municipales que se decidieron por mejorar las condiciones de vida de sus coterráneos. Por supuesto que adoquín o concreto estampado podrán verse bien en una zona de edificios atractivos. Pero el tema a discutir no es el estético sino el mal hábito de nuestros políticos por sacarse de la manga un asunto intrascendente con el fin de llamar la atención del elector que hoy está casi listo para ir a las urnas. Sea por Dios.
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Los choferes de las ambulancias que pertenecen a las instituciones del sector salud, deben ser seleccionados en base a su responsabilidad social. Apenas tocan pavimento de la Diagonal Salvador Nava y le meten la pata al acelerador. Sus respectivos jefes deben ponerles un alto antes de que acaben colgados de un poste en cualquier esquina de la urbe.
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¡CALLEN ESA BORUCA!