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¿Qué es el síndrome de alimentación selectiva?

Agencia | 10/11/2017 | 12:46

Sobre todo padecido por los niños (y muchas veces con el aval de los padres), el síndrome de alimentación selectiva se basa en no comer ciertos alimentos, por capricho, o únicamente alimentarse con un puñado de ingredientes.

Puede ocasionar muchos problemas futuros, como la anorexia o la bulimia. Entérate de más en este artículo.

Trastorno de alimentación selectiva: ¿qué es?
Es una patología que comienza en la niñez y que evita o reduce la ingesta de algunos alimentos.

Si bien comienza como un comportamiento aceptado por los padres (o hasta inculcado por ellos, para que cocinar no sea un problema o pérdida de tiempo y para dejarles elegir su alimento) puede generar muchos inconvenientes en el desarrollo de los pequeños.

Relacionado con los caprichos, o la mala educación, el síndrome de alimentación selectiva lleva a los niños a comer solo lo que quieren y no aceptar otro tipo de comidas “que no les gustan”.

En la mayoría de los casos las comidas “aprobadas” son las hamburguesas, las patatas fritas, la bollería y las pizzas. Los ingredientes “no avalados” son las frutas y las verduras.

Muchos pequeños se alimentan a base de comida basura y ni por casualidad prueban un brócoli, una manzana o unas lentejas.

Hay que tener en cuenta que este trastorno trae como consecuencia una gran deficiencia nutricional al no cumplir con todas las vitaminas, proteínas y nutrientes que el cuerpo necesita.

El síndrome de alimentación selectiva puede estar “enmascarado” en una supuesta libertad del niño para comer aquello que le gusta; no obstante, aunque no quiera consumir frutas, debería hacerlo por su bien y un mejor desarrollo y crecimiento.

Según lo que coma una persona en la infancia, así será su futuro. Un niño demasiado “quisquilloso” al momento de comer tendrá un rendimiento académico malo, se enfermará seguido y tendrá baja estatura.

El síndrome de alimentación selectiva es un problema psicológico
Cuando se habla de este trastorno automáticamente se lo relaciona con un problema nutricional y la falta de nutrientes.

Sin embargo, también se puede relacionar con la bulimia y la anorexia debido a que se trata de un síndrome que necesita ayuda médica.

Es preciso entonces que los niños que se niegan a comer ciertos alimentos aunque los padres les insistan vayan a una consulta con un terapeuta. La ayuda debe estar apoyada con el trabajo de un nutricionista o médico pediatra.

Los niños usan esta selección de comida para expresarse o comunicarse. “Entre líneas” hay un problema de base que necesita ser tratado.

Llorar ante un plato de acelgas, escupir la comida si contiene zanahoria o gritar cuando es la hora de la cena son conductas estresantes para los padres.

Como no quieren ver a sus hijos sufrir, entonces optan por cocinarles solo aquello que aceptan. Aunque la actitud y la intensión de los padres sean buenas, le están perjudicando mucho más de lo que se piensa.

El problema será cada vez mayor y en poco tiempo únicamente se le ofrecerán uno o dos opciones de menú.

¿Cómo detectar el síndrome de alimentación selectiva en mi hijo?
Es más frecuente en niños que en niñas y, además de no querer comer ciertos alimentos, presentan otros síntomas:

Problemas de ansiedad
Aislamiento social
Rasgos obsesivos y compulsivos
Baja adaptación a los cambios
Irritabilidad y cambios en el humor
Episodios de llanto o gritos incontrolables
Deficiencia nutricional y pérdida de peso
Ralentización en el desarrollo o crecimiento

¿Qué provoca y cómo se puede prevenir el trastorno de alimentación selectiva?
Una manera de expresar su descontento, de llamar la atención o de pedir cariño es elegir o llorar ante la comida.

El estrés, las situaciones traumáticas o la falta de cuidado por parte de los padres también desencadena este problema.

No obstante, también puede estar causado por una sobreprotección: los niños que no reciben negativas y hacen lo que quieren pueden sufrir este síndrome.

No ponerle límites o reglas a los hijos, compensar una falta de dedicación o tiempo con “permisiones” o regalos… son otras de las causas de alimentación selectiva.

Para prevenir los “no me gusta”, “esto no como”, o “no quiero”” a la hora de la cena, los padres o cuidadores han de tener astucia, inteligencia y suficiente paciencia.

Ante la primera negativa no valen de mucho las amenazas o las frases del estilo “lo comes porque lo digo yo”.

Es bueno saber que los niños imitan a sus progenitores y los adultos que los rodean.

Por lo tanto, si la madre, el padre o el hermano mayor seleccionan la comida en el plato o dicen que tal comida no les gusta, seguramente ellos rechazarán los mismos alimentos.

La dieta familiar ha de estar compuesta por todo tipo de ingredientes y en el caso de que, por ejemplo, uno de los padres requiera un menú diferente, hacer partícipe al pequeño o bien dejarlo fuera de la conversación.

Probar diferentes recetas, hacer platillos divertidos y coloridos o instarlos a que ayuden a cocinar son excelentes maneras de enseñar al niño a comer de todo.

Ofrecerle frutas y verduras desde pequeño y no darle siempre hidratos de carbono, grasas y azúcares contribuye a mejorar su salud, lograr un mejor desarrollo y evitar trastornos alimenticios.