San Luis Potosí, SLP.- Como toda una tradición los altares de muertos son una de las tantas maneras de recordar a los que ya no están, y es por ello que cada año se espera con ansia los altares que realizan algunas dependencias públicas, quienes les rinden homenaje a grandes artistas potosinos.
En Palacio de Gobierno el altar está dedicado a Oralia Domínguez, quien brillo con su talento y conquistó con su encantadora voz en el siglo XX.
En abril de 1953 llegó a Europa donde la consagró como una de las voces más dúctil de su generación capa de enfrentar heroínas o villanas, personajes históricos, ficticios guaperas en una larga y abundante carrera que fue conocida y reconocida por las generaciones que la escucharon.
Su altar está conformado por coloridos papeles picados, el toque de las flores de Cempasúchil que adornan esta ofrenda, al igual que se pueden apreciar distintas representaciones con calaveras que representan la burla de la muerte.
Así también, se encuentra el altar que se montón en palacio municipal quién en esta ocasión homenajea a Lupe Vélez, potosina protagonista de una gran trayectoria en el cine en su época de oro, estrella que brilló en Hollywood, y que nació en el barrio de San Sebastián, quien participó en 50 cintas cinematográficas en la época del cine mudo y cine sonoro.
Este altar se compone con coloridas flores de papel, al igual que con algunas de las prendas personales de la destacada actriz, así como veladoras luces y la estrella de Hollywood qué destaca el talento de Lupe Vélez.
Y como ya es tradición también se encuentra el Monumental altar de muertos de Funerales Hernández dedicado a las grandes estrellas de la música mexicana.
Este altar se caracteriza por homenajear a más de un personaje de la historia de México, y por la particularidad en qué se muestra la figura de la muerte, y aunque se omiten algunos componentes tradicionales de un altar de muertos, las grandes figuras de la muerte representando episodios divertidos y amenos de la vida real.
La colocación del altar de muertos es una de las tradiciones que más caracterizan a la cultura popular mexicana para recordar a quienes ya se han ido de este mundo, y ofreciéndoles una vez al año todo lo que degustaron en vida.