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¿En qué consiste el efecto nocebo?

Agencia | 28/10/2017 | 16:52


El “efecto placebo” ha sido durante años uno de los aliados de médicos e investigadores. Por un lado, resulta muy eficaz a la hora de hacer experimentos sin dañar a los sujetos; por otro, permite al especialista descartar dolencias graves de algunas de carácter mucho más leve.

No es extraño encontrar situaciones en los que los propios padres, ante un dolor expresado de forma exagerada por sus hijos, les den un caramelo diciéndoles que es un calmante. La mayoría de las veces suele funcionar (siempre y cuando no sea un caso de fuerza mayor), demostrándonos que la sugestión es más poderosa de lo que creemos.

¿En qué consiste el efecto nocebo?
Al igual que su antagonista, el efecto nocebo funciona debido a las falsas expectativas. La diferencia es que en este último son bastante negativas. El paciente cree que el fármaco le podrá acarrear efectos adversos, que la mayoría de las veces acaban manifestándose.

Estos efectos desaparecen en el momento en el que el sujeto descubre que está siendo falsamente informado. El increíble proceso neurológico que produce estas alteraciones se debe a la estimulación de los cortex prefrontal, orbifrontal y cingulado anterior. Lo mismo ocurre con la amígdala, la médula espinal, la sustancia gris periacueductal y el núcleo accumbens, que según estudios de resonancia magnética afectan a la percepción de la salud.

También hay que tener en cuenta la importancia del medio, de la actitud de la propia persona y de la forma de administración del nocebo. Por lo general, los estudios sobre este efecto no suelen estar exentos de polémica debido a su confrontación ética.

Recetar un tratamiento inerte a un paciente sin decir la verdad puede acarrear muchos problemas. La polémica se centra en la figura del médico, cuyo cometido es tratar de minimizar los síntomas, no empeorarlos y mucho menos, provocarlos.

El precio del medicamento, factor determinante en el efecto nocebo

Según un estudio publicado recientemente en la revista Science, el precio del medicamento tiene una gran influencia en esta reacción inconsciente. Un grupo de investigadores repartieron entre una muestra de 49 sujetos unos frascos llenos de crema. A los participantes se les comunicó que se trataba de un ensayo para tratar la dermatitis atópica mediante dos sustancias que, en realidad, eran una.

Los frascos de color azul (asociados a un alto precio y calidad) contenían la misma crema que los frascos rojos (asociados a medicamentos más asequibles). A los voluntarios se les dijo que era probable que experimentaran una sensación de quemazón, debido a la hipersensibilidad de la piel. Debían ponérsela durante media hora, para luego someterse a un dispositivo que les generaría calor.

Pese a lo que pudiera parecer, los resultados fueron realmente esclarecedores. Las personas que habían recibido la crema del frasco azul decían sentir más dolor que los del otro grupo. Esto se debe a que los participantes asociaban la crema más cara con unos efectos más potentes. Un engaño psicológico que siguió repitiéndose una y otra vez, con mayor intensidad.

Por otra parte, los investigadores descubrieron que las zonas del cerebro que se activaron durante el estudio fueron las mismas que las del “efecto placebo”. La distinción principal radicaba en la sustancia gris, que lo hizo a través de poblaciones distintas de neuronas. De esta forma, se constató que aunque intervinieran las mismas áreas, los patrones de activación fueron muy diferentes.
El nocebo y la fibromialgia

Experimentos parecidos se han llevado a cabo con pacientes de fribomialgia. Tras descubrirse que aquellos que sufren esta patología son los más propensos a experimentar los efectos negativos de un fármaco, se decidió tratar a un grupo con nocebos. Estos, completamente inocuos, provocaron tal malestar a los enfermos que muchos de ellos tuvieron incluso que abandonar el tratamiento. 

Las personas que se obsesionan con los supuestos cambios producidos por el fármaco son más propensas a sentir dolor. El cerebro, una vez más, es una potente arma que hay que saber manejar. La hipocondría surgida en algunos casos puede influir negativamente en la sintomatología de un enfermo.