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MALOS RECUERDOS DE FONDOS DE APOYO

Miguel Angel Guerrero | 27/09/2017 | 00:28

Sin duda los dirigentes de los principales partidos políticos de México se ganaron el aplauso de todos los mexicanos al coincidir en su renuncia al financiamiento público para los procesos electorales del 2018, a fin de que los aproximadamente seis mil millones de pesos que les repartirían, formen parte del Fondo de Reconstrucción Nacional que proponen para auxiliar a los miles de damnificados que dejó el sismo del pasado 19 de septiembre lo que sujetan a la condición de que su manejo quede en manos de la sociedad civil y muy lejos de la esfera oficial pues ya se sabe cómo se las gastan los funcionarios cuando tienen a su alcance recursos económicos y poca vigilancia en su empleo.

Bien quedaron ante la nación al anunciar su renuncia a esos recursos públicos, Ricardo Anaya del PAN y Alejandra Barrales del PRD como Enrique Ochoa del PRI ya lo había hecho respecto de su acuerdo en que el financiamiento de sus respectivos institutos políticos se destine a la reconstrucción de los daños originados por el sismo en apoyo de los que perdieron su patrimonio para también, en cadena nacional, los dos primeros exigieran que el fondo a integrar se maneje fuera de la órbita gubernamental o quede en manos de la sociedad civil.

Y, realmente, no les falta razón a los dirigentes partidistas si recordamos amargas experiencias que el país ha sufrido cuando se constituye un fondo para atender emergencias y el gobierno se encarga de darle uso.

Por ejemplo una acción de ese tipo cuyo final no fue nada claro fue aquel fondo de solidaridad que a tres meses de concluir su sexenio creó desde su investidura presidencial José López Portillo con el fin de cubrir las indemnizaciones obligadas por su nacionalización de la banca para el que hasta el entonces gobernador Carlos Jonguitud hizo una polla con los sueldos de los funcionarios para quedar bien con el tristemente célebre jolopo fondo del que nunca se supo su destino final aunque se presumió que fue a parar a la cuenta de cheques de JLP y más porque eran tiempos de suprema impunidad presidencial que nadie osaba cuestionar.

Otro fondo creado con supuestos fines proteccionistas que, finalmente, se convirtió en un monumental fraude a la nación fue el constituido por el timorato presidente Ernesto Zedillo llamado pomposamente Fondo Bancario de Protección al Ahorro, Fobaproa básicamente constituido por éste para acudir al rescate bancario mediante ese organismo al que Zedillo canalizó miles de millones de pesos de las arcas públicas para evitar problemas financieros a los banqueros por sus deudas y los vaivenes cambiarios, experiencias letales que vienen a avalar con mayor fuerza la exigencia de Anaya y Barrales en el sentido de que en el manejo del nuevo Fondo de Reconstrucción Nacional no esté el gobierno al frente y que en lugar de funcionarios se designe para que lo hagan, personas de la sociedad civil lo que no quita que los dirigentes partidistas se hayan ganado el aplauso de los mexicanos al renunciar al financiamiento público para las elecciones del 2018 respondiendo así a una enérgica exigencia de todos para beneficio de los damnificados por el sismo del 19, reconocimiento al que esta columna se suma.