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Prevención, el único camino

Jaime Chalita Zarur | 25/08/2017 | 13:43

EN LOS ÚLTIMOS DÍAS PARECE que en todo el mundo se ha despertado la sensación del temor, del miedo a los espacios abiertos o concurridos. El terrorismo hace su tarea en provocar la separación social y la desconfianza entre las personas y con ello la disminución de la fortaleza del conjunto social. Así, el sufrimiento ocasionado a las Ramblas, en Barcelona, en donde los atentados terroristas han dejado muerte, dolor y desesperación. La declaratoria de guerra, matando inocentes, fundado en el extremismo religioso, recorre Europa.

NO TENEMOS MIEDO, GRITABA la multitud en Barcelona. Parecía que trataban de convencerse de tal situación; fortalecerse entre todos y en demostración del coraje que sentían, se quería, repudiando los hechos violentos, tomar valor multitudinario, quizá como cuando cualquier persona se ve agredida inesperadamente en su integridad, el desahogo es la necesidad para demostrar fortaleza, sin perder de vista que la individualidad se ve impotente en detener las agresiones que se infligen a las personas.

EN NUESTRO PAÍS, DESAFORTUNADAMENTE, pasa algo parecido. No llega al terrorismo pero sí al terror. Bajo el amparo de la impunidad y por ello la pérdida de respeto a la autoridad, la ciudadanía queda en caminos inciertos de justicia; el miedo que se siente en torno a nuestras vidas va creciendo y ahora es enorme y si este miedo se ve incrementado por la tortura, al que generalmente acompaña a las muertes violentas, la expresión de temor es de proporciones inimaginables.

UNA VEZ MÁS RETORNA LA VIOLENCIA a nuestras vidas en lo más crudo de su expresión, inician a circular imágenes indescriptibles de personas con señales de tortura, que impactan en forma contundente los sentidos.

SE VA IMPONIENDO EL GUARDAR silencio en torno a las vidas que en forma violenta se pierden en nuestra entidad federativa, pero también en el resto de una gran parte de nuestra república. Ante los eventos crueles, nos ausentamos y tratamos de permanecer en el anonimato. Así caemos en la ausencia inducida, consciente o incontinente, en la negación de la realidad.

Lo peor que nos puede pasar es la despersonalización; y la no importancia de lo que vemos y sufrimos en silencio, por el miedo.

CERRAR LA RAZÓN POR CONVENIENCIA, ante el horror que representa la violencia, es el síntoma de la retracción inconsciente, de la negación de la responsabilidad social, dejando que pase la desgracia y nos contentamos, dando gracias con el que no nos haya tocado o con el que cuando menos estamos vivos. Las cosas cambian cuando la desgracia nos alcanza y también el sufrimiento; ahí se inicia una transformación del ser humano, queriendo que el mal no se propague. No esperemos a que eso suceda.

ASÍ, EN OCASIONES SE BUSCA EL GRITO, medido, calculado, o quizá el ahogo de la voz, para denunciar lo que nos molesta y duele, desde la multitud, en donde se puede la persona cobijar y posiblemente pasar desapercibido para no correr riesgos.

NO HAY POLICÍAS QUE ALCANCEN para cuidarnos a cada quien, aparte lo que sucede en las corporaciones policiacas, muchas veces nos infunde la desconfianza, por lo mismo la prevención debe formar ya parte de nuestras vidas. La reducción de factores de riesgo es la base de la prevención. La Organización Mundial para la Prevención del Delito promueve el desarrollo de estrategias para disminuir el impacto de la delincuencia.

SI EL CRIMEN VA A LA BAJA, debemos incrementar los recursos de la prevención, venciendo a los criminales sin darles tiempo o la oportunidad de actuar, y salvar así, nuestra vida o parte de nuestro patrimonio.

FINALMENTE, ES NECESARIO TERMINAR con lo que perturba nuestra paz y nos convulsiona a todos como sociedad.

@jaimechalita