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Y los chilaquiles prevalecerán… Los reporteros bajo el sol

Leopoldo Pacheco | 06/06/2017 | 23:43

Pocos o casi nadie sabe de la gran soledad de un periodista, en su andar como reportero, en las tardes frente a la computadora o el celular, escudriñando una y otra vez la información a fin de expresarla de la manera más comprometida consigo mismo. Siempre consigo mismo porque no se puede explicar de otra manera, la pasión de aquellos que muchas veces sin comer, con horas de sueño a deber, y con toda clase de compromisos económicos y familiares salen de sol a sol a buscar la nota, “andar tras la chuleta” como se le conocía hace ya algún tiempo. Y la pregunta obligada es siempre, ¿Por qué lo hacen si pagan tan poco? ¿Por qué lo hacen si los están matando? ¿Por qué lo hacen si todo el tiempo hay amenazas de los gobiernos y de las empresas? ¿Por qué si hay quienes se atreven a juzgar un trabajo periodístico bajo cánones académicos o del “got to be” de la comunicación siguen comprometidos con una tarea diaria, que más allá de cualquier otra explicación, tiene que ver consigo mismos?
 
Y ¿Por qué hablamos de una grande soledad en el quehacer periodístico de nuestros días? Porque a diferencia de aquellos que piensan que el periodismo es “una chambita” al igual que trabajar en cualquier establecimiento detrás del mostrador de un negocio o de un banco, no sabe en la que se está metiendo. Una actividad que es sumamente celosa, que de no tener también el carácter, nos contagia de la histeria como cada primera vez que publicamos, como el día que perdemos la virginidad por primera vez y que se repite y debe repetirse, porque en el ámbito de la información no hay nada más viejo que el periódico de ayer, y todos los días hay que reinventarse los ánimos y convertirse nuevamente en cazador de especies inauditas, como lo dijo Julio Scherer.
 
Hoy que se depreda a quienes escriben, reportean y publican, surgen los gobiernos contrariados que se lamentan, se sorprenden y crean una serie de organismos que están destinados a proteger al periodista, a darle seguimiento a sus quejas sobre abusos, maltratos, amenazas, hasta el homicidio y la desaparición, en listas que solo se ve que están aumentando. Y eso, amigo lector, aumenta aún más esa sensación de soledad, porque sabemos que no va a pasar nada. Sabemos que muchos de nosotros podrían encontrar por su valiente esfuerzo, tal vez su nombre plasmado en una sala de prensa. Pero no nos sentimos más acompañados.
 
Hoy el objeto de quien se escribe o publica, cree que necesita de argumentos legales para controlar las “irresponsables plumas” que calumnian y destruyen y en consecuencia, diseñan los candados necesarios, como si eso fuera la forma de crear fortalezas para ejercer una actividad bajo la sombra del mejor y más desparpajado cinismo. En las redes sociales me enviaron lo que se publica en el Diario Oficial de la Federación en la ley reglamentaria del artículo sexto constitucional sobre el derecho de réplica como una realidad, en el cual cualquier persona, médicos y abogados (se destaca) no podrán ser difamados y calumniados por pacientes, clientes y “enemigos en los medios de comunicación”. Esto necesariamente me hace recordarles a mis colegas que no se dejen llevar por “el canto de las sirenas”, muchos “amigos” que creen tener en la función pública, no son realmente sus amigos sino personas que les temen, que desaparecen como por arte de magia una vez que dejas la pluma (cuando dejas el periodismo como una actividad diaria), porque el periodismo no se abandona, es igual, dicen, a ser policía o prostituta. Realmente nunca dejas de serlo.
 
Y aquellos que ejerzan su derecho de réplica que lo hagan bien, y los que publicamos lo señalemos siempre, por si hay quien quiere asustarte “con el petate del muerto”. Muchas veces, como en la escuela, hay a quien le va peor cuando pide que le revisen su examen.
 
Nuestros lectores muchas veces no recuerdan quién escribe y a veces se olvidan de lo que se escribe, dependiendo del impacto de la información en cada ámbito. El periodismo en México antaño decían que era tan impactante como la erección de tu abuelo. Solo sirve para echarte a perder la mañana. Noticias terribles solo para aquellos que viven en determinado lugar o que resultan afectados con tal información. Hoy la realidad cambia cuando durante el trascurso de 24 horas puedes vivir una nota a ocho columnas (la más relevante), hasta cuatro veces, en este periodo de un día. Lo que nos hace más dinámicos, más ocupados, mas “Multitask” (milusos), más rápidos, mas instantáneos, menos reflexivos y sí, a veces más estúpidos o inexactos.
 
De esta circunstancia hoy celebramos la libertad de expresión o la libertad de prensa. Porque así conviene, se organizan desayunos, se entregan reconocimientos, muchos muy merecidos y otros hasta faltos de imaginación para encontrar el mejor pretexto de invitar a la prensa a desayunar. Lo que sí es seguro es que bajo cualquier circunstancia, el tiempo nos enseña que los chilaquiles prevalecerán.
 
LES MANDO UN GRAN ABRAZO
HASTA LA PROXIMA.