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La novia del viento

Alex Valencia | 06/04/2017 | 02:22

“Desde que nací he tratado de expresar, primero con mis dibujos de niña y después con la pintura, lo que siento. El mundo que pinto no sé si lo invento, yo creo que más bien es ese mundo el que inventó a mi”, se puede leer en la pared de una de las crujías del Museo de sitio del Centro de las Artes, donde se exhibe “Un paseo por los sueños de la novia del viento”, de Leonora Carrington, autora de la cita y una de las más importantes artistas del siglo XX.

Leonora Carrington Moorhead nació en Lancanshire, Inglaterra, el 6 de abril de 2017 y justo en el marco del centenario de su natalicio se abre en San Luis esta exposición en la cual encontramos una mayoría de piezas inéditas para el público que Pablo Wiesz Carrington, hijo de la artista ha donado al estado para la conformación del Museo dedicado a la artista, del cual se informó primero se abriría en Xilitla pero recién se anunció se ubicará en el anexo de la ex penitenciaría del estado, ubicado en el costado sur del Centro de las Artes, un área no intervenida planeada originalmente para hacer ahí las habitaciones de las residencias artísticas.

La muestra contiene litografías, grabados, tapices y objetos personales de Carrington en los cuales encontramos grandeza en todo momento, hay piezas, me atrevo a decir, a la altura de sus obras más reconocidas, además de permitir seguir adentrándonos en el universo fantástico de nuestra artista, ya sea con trazos que prefiguran o refieren a otras obras o escenas nuevas donde se estructura de manera contundente la realidad de su mundo.

La curaduría y museografía de la exposición corrió a cargo de Aldo Arellano Paredes, museógrafo del Museo Federico Silva. Escultura Contemporánea, quien puso en acción su talento creativo para darle al espacio del Museo de sitio una visión nueva más allá del simplismo de corredor con pequeñas crujías en donde otras grandes exposiciones han perdido brillo ante lo aburrido del espacio en su forma natural. Aquí, Arellano construye espacios íntimos y laberínticos para que las piezas gocen de independencia para ser apreciadas sin dejar de estar integradas al todo y antes bien, formando episodios cuya narrativa concluye con la propia Leonora despidiéndonos a través de algunas de las herramientas con las cuales nos presenta su visión.

Hace unos días leí en una nota de Proceso un artículo en torno a la artista y su mundo donde se le cita explicando en torno al contenido del mismo y cómo fue que con el paso de los años la mitología mexicana no permeó en el mismo, a lo cual contestó: “Las tradiciones mexicanas de magia y brujería son fascinantes pero no son iguales a las mías… Pienso que cada país tiene una tradición mágica, pero nuestro acercamiento a lo desconocido es exclusivo de nuestra herencia. Es algo que tiene que ver con el nacimiento, tu sangre, carne y huesos.”

La apertura de “Un paseo por los sueños de la novia del viento” da inicio a las celebraciones por el aniversario de su natalicio con actividades en todo el país y es una oportunidad para conocer o profundizar en torno a su actividad artística, la cual por cierto no estuvo restringida a las artes plásticas en sus distintas disciplinas; participó en el teatro diseñando escenografías para representaciones como “Don Juan Tenorio”, dirigida por Álvaro Custodio en 1953, así como “Penélope”, de 1957, la cual además escribió y fue dirigida por AlexandroJodorowski; aunque quizá no tan conocidas como “La invención del mole” en la cual nos narra como en una charla Moctezuma le anuncia a un obispo que va a ser la estrella en el festín de esa noche. También escribió cuentos fascinantes, como “Conejos blancos”, en el cual una mujer pálida como la luz de la luna alimenta a los cientos de conejos habitantes de su casa con carroña. Sin contar que además sus biógrafos la señalan como una estupenda cocinera, esperemos aparezca por ahí en el año algún recetario inédito.