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Con la vara que miden a los diputados

Leopoldo Pachecho | 22/03/2017 | 01:28

No ha dejado de ser una exigencia planteada por parte de la ciudadanía que la clase política sea calificada a fin de confrontar sus resultados con respecto al trabajo que desempeñan. Los esfuerzos por encontrar los mecanismos más certeros de evaluación siguen dejando mucho qué desear.
 
En días recientes, a través de un órgano denominado “Congreso Calificado.mx”, que encabeza el abogado potosino José Mario de la Garza Marroquín, se establece una metodología para evaluar a los legisladores del Congreso del Estado bajo parámetros relacionados con:
iniciativas presentadas, Puntos de acuerdo presentados, Iniciativas aprobadas, Puntos de acuerdo aprobados, Iniciativas caducas, Puntos de acuerdo caducos, Intervenciones en debate, Inasistencias y retardos, Legislador transparente.
 
Y aunque resulte loable que este tipo de factores sean tomados en cuenta, continúa ausente un parámetro o una metodología de evaluación cualitativa, a fin de determinar verdaderamente si se está cumpliendo o no con la agenda legislativa y si de este trabajo se está desprendiendo un trabajo significativo en términos de leyes, que resulten de verdadero impacto y beneficio para la ciudadanía.
 
El criterio sigue siendo aritmético, lo que da como resultado que un diputado pueda resultar beneficiado por el hecho de subirse muchas veces al estrado del Pleno cuando hay sesión aunque no diga nada importante, aunque sus intervenciones no sean más que necedades y usted lo sabe, amigo lector. A otro que aunque sus intervenciones en el Pleno no sean todos los días de sesión, sí llegan a ser con mayor puntualidad al trabajo de las comisiones y a las iniciativas presentadas.
 
La evaluación no está tomando en cuenta que el Congreso del Estado ha estado cambiando de ser un circo “atayde” a un circo romano de gladiadores, donde el uso del Pleno se está canalizando a un interés político mercenario para apoyar o descalificar. Por ello puede haber legisladores cuyas iniciativas nunca se dictaminaron por un interés político y eso trae como consecuencia que resulten mal calificados en la evaluación, por debajo de aquellos en cuyas comisiones no se han reunido por más de tres meses.
 
Entonces la pregunta es ¿el Congreso calificado se cree una autoridad real para evaluar el trabajo legislativo? O ¿se convierte en un instrumento político al contentillo de las fracciones parlamentarias que así le convengan para sacar raja de exponer a su punto de vista el trabajo de cada legislador?
 
Si la dinámica de evaluación sigue siendo así de miope y obtusa como se ha generado hasta el momento, posiblemente ese sea el resultado de alentar nuevas ambiciones políticas e incluso la posibilidad de buscar la reelección ahora que es posible. Y está bien, siempre y cuando sí haya trabajo que lo respalde, pero que sea evidente ante la percepción de los ciudadanos en los beneficios de las leyes y reformas que emanen de este trabajo y no de una evaluación que parezca pretende manipular un criterio con miras a las elecciones que vienen, o porque al final del día el ser un organismo evaluador traerá consecuencias políticas aprovechables para aquellos que están detrás de dichas evaluaciones.
 
Un factor que sin duda sí puede ser motivo de elogio para este esfuerzo, es impulsar no la política ni los métodos, sino la voluntad de transparencia de cada uno de los legisladores, del Congreso del estado, por ejemplo al presentar sus declaraciones tres de tres y que esto también pueda permear a otros ámbitos como es el federal, o al resto de los poderes del Estado, en el futuro. Sin embargo los cimientos deben ser firmes para lograr esto.
Preguntar ¿por qué sería importante medir el trabajo legislativo? Además de la respuesta obvia acerca del contrato que los diputados tienen con la ciudadanía y por el cual deberían de devengar el sueldo, también es importante destacar el impacto que tienen las iniciativas de ley que ahí se presentan, en la vida diaria de los ciudadanos.
 
Este es el verdadero debate sobre el trabajo que realizan nuestros flamantes diputados y es que efectivamente, por lo menos al revisar los medios de comunicación y los perfiles en redes sociales de los representantes populares, podemos denotar que la presencia para inaugurar salones, cortar listones o asistir a eventos abarca un gran porcentaje de su tiempo diario.
 
El Poder Legislativo tiene que ser un factor que permita crear un marco de convivencia democrática, otorgándole al juego reglas que den mayor claridad sobre las obligaciones y derechos de los actores que participan; así mismo, fortalecer su figura y sus actuaciones le dará la oportunidad de colocarse como una verdadera instancia que promueva el debate público y no sólo el de intereses de partido.
HASTA LA PROXIMA.