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Sin ellas… ni a la esquina

Leopoldo Pachecho | 08/03/2017 | 00:06

Este 8 de marzo se habla equivocadamente, como cada año, de una "celebración". Día internacional de la mujer, el odioso felicidades como "Día de las Madres" y toda las condicionantes que delimitan contextos y papeles en la vida del "ser mujer" y felicidades por serlo. Y algunos reconocidos políticos, tratando de hacer rentable el día, se ponen a regalar rosas o repartir abrazos a cuanta fémina se topa durante el día, porque ya ha pasado. Tal vez haya cosas más discriminatorias en nuestra sociedad, pero el reconocer a la mujer un día del año, es en sí un acto discriminatorio.

 

La historia más extendida sobre la conmemoración del 8 de marzo hace referencia a los hechos que sucedieron en esa fecha del año 1908, donde murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York, en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían. También se reconoce como antecedente a las manifestaciones protagonizadas por obreras textiles el 8 de marzo de 1957, también en Nueva York.

 

Sin embargo hoy se realizan diversas actividades sin ponderar lo que realmente importa y aún prevalece, como la continua y permanente lucha de las mujeres por alcanzar una equidad en la sociedad, una paridad en la representación política, una responsabilidad en la toma de decisiones que puedan significar nuevos rumbos, con nuevos liderazgos encabezados por mujeres, al margen del miedo y de los estigmas de los que históricamente aún son objeto. Una sociedad que las ha hecho caer en la degradación de su carácter como individuos, para ubicarlas como objetos, hoy en día con valor electoral como mercancía rentable para discursos rancios llenos de hipocresía, pero sin resultados verdaderos en la realidad.

 

Hoy en día eso nos ha llevado a un clima de confrontación entre una sociedad arraigada a “lo que debe ser” como si habláramos de principios y valores por “designio divino”, a lo que realmente necesitamos para avanzar, en términos de aquellas voces y sectores que se han dado cuenta de la necesidad de espacios de verdadera participación de ambos géneros y bajo la misma lupa, para observar el crecimiento o la debacle del individuo, pero no por características basadas en su sexo. Eva sigue pagando el precio de haberse comido la manzana y eso es algo, que perdón Dios, pero ya no se va a tolerar. El momento de derribar muros sexistas es una realidad y la lucha por alcanzar los espacios de liderazgo por parte de las mujeres, está más viva que nunca.

 

Pero el final de esta lucha no debe hacernos perder el punto de vista hacia la verdadera equidad, pues la batalla pudo ser cruenta y la vida de muchas mujeres se ha extinguido en el abismo más infame de la indiferencia y en el olvido, víctimas permanentes del acoso en el campo laboral, en el educativo, en la calle. La depredación que arroja estadísticas de feminicidios, violaciones, trata, explotación. Todo hace un coctel de reclamos que han traído consigo la falta de confianza, la llegada de posturas radicales que nos hacen olvidar que como sociedad solo vamos a funcionar, como hombres y mujeres, mujeres y hombres: Juntos. No se puede hablar de una sociedad cuyo futuro esté basado tampoco en una amazonia mítica, en una isla gobernada por mujeres donde los hombres son esclavos, aunque lo merecemos porque en la realidad así lo hemos hecho en la historia humana.

 

Hoy, por citar una lucha pendiente en el ámbito político del estado, es el tema de la paridad; el dirigente del blanquiazul, Xavier Azuara, comentó hace algunas semanas sobre el tema que “Paridad significa igualdad sin excepciones, es decir, el cincuenta por ciento para cada género y se debe aplicar a todo tipo de candidaturas, de mayoría y de representación proporcional, tanto vertical como horizontal, es una medida importante que vamos a seguir impulsando para garantizar la participación de las mujeres en la vida política”, sin embargo debe ser responsabilidad el establecer los procedimientos necesarios para que no sea solo una simulación o un “denles chance”, total, las mandamos donde menos den lata o donde de plano vayan a perder, porque entonces será retrógrada cualquier propuesta y no llegaremos ni a la esquina.

 

Desde su trinchera, la mujer en la política todos los días genera un espacio en la opinión pública que vale la pena destacar, aunque parezca que no tiene importancia para algunos, pero al contrario, siempre la hay. La legisladora priísta Esther Angélica Martínez refirió a atender la exigencia de ciudadanos vecinos de los barrios de San Miguelito y San Sebastián por la existencia de parquímetros. Demostrar sensibilidad y buscar equidad y justicia para todos, solo una parte pequeña de todo lo que podemos enumerar en ventajas que como sociedad nos ofrece una mujer al frente.

ARRIBA LAS MUJERES. Con la más extensa expresión.

HASTA LA PROXIMA.