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México en la era de la deshumanización

Jaime Chalita Zarur | 15/02/2017 | 01:08

Una Madre, como muchas, camina rápido por las calles de nuestra Ciudad cargando a su bebé, tratando de llegar a su destino, quizá a la guardería, sumida en sus pensamientos de soledad que le marcan lo que vendrá en el día y lo que deberá hacer para sacar adelante a su familia, muy probablemente ella sola. Un albañil que quieres ganar lo suficiente para igual, prosperar con su trabajo honesto. Un obrero que se le complica el pago de colegiaturas y los útiles de las escuelas de su su hijos. Gente que va y viene de todos lados y a todas horas queriendo ver por lo suyos, frente a una indiferencia oficial, pero conveniente, que esclaviza los sentidos y así, lo permitimos.
 
Lo que comento ahora, podría ser el ejemplo, muy corto por cierto, de la enorme cantidad de personas, abstraídas en resolver sus problemas cotidianos y que, constituyen un aluvión de los elementos con que, pudiéramos contentarnos y distraernos, en tiempos llenos de violencia, rencor, dolor, corrupción, impunidad, entre mucho y, hasta dar gracias, por no ser parte de las estadísticas mortales que todos los días sabemos.
 
Uno de los problemas más graves, es por supuesto uno que no se ha resuelto, por el contrario, crece y, es el hambre, de la gente pero. Existe desde luego otro tipo de hambre que, en esta ocasión podría, como, puedo, referirme no la fisiológica y si por el dinero y, si es ajeno, mejor, pero también por el poder sobre los demás, flagelo interminable de la clase política. 
 
La ética, la moral, las buenas prácticas, el interés por los demás, la honestidad, por mencionar sólo algunos valores, se encuentran  casi en el olvido total. El respeto por la vida pierde, no se recupera, por el contrario avanza y se le pone precio: el del dinero y poder.
 
Los seres humanos que al cursar sus vida, conscientes de su entorno social, responsables de El,  tienen que atener a la esperanza de su trabajo, como debería ser para todos y de ello vivir, en proporción a su haber, fincando el deber ser, como regla para todos. No lo es así. Nos gana lo que es. Un vida gregaria que ya no se quiere y, si se odia por desigual pero, seguimos sosteniéndola. 
 
Nunca había estado peor  nuestro País. Hundido en la lucha por querer el poder por el mismo, sin una vocación de servicio, pareciera que se compite, quien roba más. Se busca la oportunidad de robar lo hacen, escondiéndose en la impunidad que las mismas leyes proporcionan pero, no sólo quien tienen el poder político se corrompe, también los que tienen el poder económico lo pueden hacer. 
 
La despersonalización y la no importancia de lo que pasa con quienes convivimos en nuestro espacio social,  parece ser la regla que se marca para chocar unos con otros y de cualquier manera, la que sea, sacar la mejor parte, legítima o, no, con tal de sacar ventaja de los demás. Así hemos permitido que nos dividan y dar ventaja a quienes, en palabras del difunto José López Portillo, "no nos volverán a saquear" pero nos siguen saqueando. 
 
México, como en el mundo, se vive la era de la post verdad, todo debería ser analizado antes de creerlo. Insultados, exhibidos en nuestra pobreza moral y ética y mas, por el enajenado que preside el País del Norte, empiezan a salir personas que, rasgándose su "patriotismo", inician cualquier acción para, disque defender a los mexicanos.
 
Una muestra muy palpable de lo que comento, es esta marcha que se ha llevado a cabo este domingo pasado, para repudiar las políticas de Trump y defender lo indefendible; en lo que nos hemos convertido los mexicanos que, al igual de lo que pasa en casi todo el mundo, tenemos esta enfermedad que quiere acabarnos, la corrupción, amparada por la impunidad y la aplicación selectiva de la ley, amparada por falsedades en el interés de quienes la manejan.
 
¿No es lo que hemos dejado de hacer como ciudadanos, lo que se nos reprocha? Y, nos reprochamos. Hasta para demostrar en una marcha en defensa de nuestra Patria, él no hay más allá, ¿habría que ponerse de acuerdo? Porque la estrategia es diferente y los intereses de protagonismo, más. Los mexicanos tenemos y debemos cambiar y no se necesitan protagonistas para ello, lo que sí se necesita, es gente pensante y dispuesta para hacer y, exigir que se haga lo honesto.
 
México necesita de los que habitamos en este nuestro País y la razón por la que hay que defenderlo, son muchas, pero tratándose de ser patriotas, habrá que ir a todas, no importa el que o el como. México, nuestra Patria está antes que cualquier acuerdo de protagonistas que luego en entrevistas nacionales se arrebatan la palabra, queriendo ser lo que no se es: ciudadanos comunes, aquellos que cada día se despiertan a trabajar y dar riqueza a sus familias y a esta Patria, que se va de las manos.  
 
Mexicano, no es buscar quien nos defiende. Nosotros deberíamos hacerlo con nuestro trabajo, cumpliendo nuestros deberes para ganar derechos y no al revés. Gobernantes, escuchen la voz de la desesperación y del hartazgo que han provocado en su indolencia apátrida. La factura está por cobrarse y no será propiamente en las urnas electorales. 
 
 
 
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