Jueves 28 de Marzo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

¿Rambos corruptos..? ¿Para qué?

Leopoldo Pacheco | 15/02/2017 | 00:53

Los eventos de sangre que se han generado en los últimos días parecen no poder ceder tiempo para la creación de nuevos esquemas para el combate al delito ni mucho menos a la espera para la creación de una fuerza metropolitana de seguridad.
 
Desde la perspectiva de los ciudadanos, la seguridad es un tema que no se ha perfilado hacia una mejoría, sino por el contrario, a circunstancias cada vez más complejas respecto a los factores que se presentan y que hoy se explican como el enfrentamiento entre las organizaciones crimínales.
 
¿Qué se debe esperar entonces de la autoridad en un asunto que ellos mismos admiten, va a continuar como una constante? ¿Debemos entonces, como ciudadanos, acostumbrarnos a que así son las cosas y ni modo?
 
En los estudios hechos recientemente en torno al fenómeno delictivo, uno de los principales problemas está ligado directamente a la pérdida de la capacidad de asombro de los ciudadanos ante estos problemas y, por tanto, también la pérdida de exigir mejores resultados en la prevención de este tipo de circunstancias a las que no deberemos acostumbrarnos nunca.
 
Cuando se habla de un grupo de policías de élite para conformar un cuerpo metropolitano de seguridad, por la cabeza de muchos ciudadanos puede estar cruzando la idea de elementos con preparación militar, "cuasi rambos", o especialistas en diversas disciplinas, como si eso fuera la panacea para garantizar los buenos resultados en el combate a los delincuentes o la prevención de sus fechorías. Sin embargo el tiempo nos ha demostrado que lo que verdaderamente se requiere es que los cuerpos policiacos estén conformados por persona cuya vocación sea de policías y no de "buscachambas", pues de poco valdrá el equipamiento o la instrucción si la misma está ensombrecida por la corrupción y la impunidad. Sería como dotar nuevamente a la delincuencia de potenciales elementos para conformar sus filas una vez que, como siempre, se dé la circunstancia de salida de los elementos cuando no aprueben los exámenes de control y confianza.
 
Las ejecuciones y eventos delictivos son fenómenos que se presentan en todos los estados de la República Mexicana en mayor o menor medida, y solo son dos los que hasta el momento no presentan ninguna situación ligada a este tipo de eventos, como resulta la ciudad en el estado de Yucatán. Pero San Luis Potosí, por su ubicación geográfica, por las bondades de su extensión territorial se ha convertido desde hace años en un espacio que los delincuentes buscan controlar, como vía para el trasiego del narcotráfico y la trata de personas, como otra modalidad que se presenta latente en México. No hay de otra más que apoyar de manera decidida, que se creen nuevos esquemas de seguridad como el que fue anunciado recientemente por el gobernador Juan Manuel Carreras. Es urgente recuperar terreno en este aspecto, pues en juego se pone de manera preponderante la integridad y el patrimonio de las familias potosinas y en el futuro, el crecimiento de la entidad hacia el desarrollo y mejores niveles de vida.
 
En estos días, repito, que se presentan eventos sangrientos, no deje usted de asombrarse y exigir a su representante en el Congreso del Estado, a su regidor en el ayuntamiento, a su gobierno y a todo aquel que sea autoridad, a que se mantenga una guardia firme de cara a este tipo de circunstancia y que no se vuelva una costumbre, porque así tiene que pasar.
 
Imagine, amigo lector, un día cualquiera en el que se levanta por la mañana y mientras empieza a prepararse para salir al trabajo prende la radio o ve la televisión, de nuevo la nota son secuestros, desapariciones, robos, pero como cualquier otro día escucha la nota y la pasa por alto; y mientras va camino al trabajo observa cantidad de personas desesperadas por el tráfico, y así el día sigue, muchas veces, sin darnos cuenta que estas situaciones de violencia ocurren diario a nuestro alrededor. Al parecer nos hemos vuelto inmunes. Nos hemos acostumbrado a la violencia.
 
Porque el día de mañana, tan sedados por la violencia cotidiana muchas veces se vuelve difícil percibir la más cercana a uno, en especial la que vivimos con nuestras parejas. El problema es que no siempre es violencia activa, es decir golpes, gritos e insultos, es una violencia sutil. Que no se ve pero sí se vive y se siente.
 
Es bueno saber cómo agacharse el fuego, pero malo que las detonaciones de las armas ya no nos espabilen.
 
HASTA LA PROXIMA.