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TIEMPO DE “TOLERANCIA CERO” EN SLP

Miguel Ángel Guerrero | 14/02/2017 | 01:03

Con toda razón la alarma se ha instalado entre los potosinos a partir del recrudecimiento de hechos criminales violentos durante las últimas semanas con todo y que, haya reacciones exitosas inmediatas ante algunos de ésos, como la pronta detención de dos presuntos involucrados en el secuestro y muerte del pediatra de Tamazunchale lo que no quita la urgencia de tomar medidas de largo alcance ante la imposibilidad de asignarle un policía a cada habitante del estado y, principalmente, de la capital para brindarle seguridad.
 
Incluso, si para hacerlo es menester probar esquemas aplicados en otros lugares no debería dudarse en hacerlo por aquello de que hay que aprender en cabeza ajena.
 
Por ejemplo, y a reserva de que no faltará quien sonría para sus adentros por las naturales comparaciones propias de quienes se asustan ante lo grande por lo que pasamos actualmente en SLP podría tomarse en cuenta lo hecho en 1994 en la ciudad de Nueva York por el entonces alcalde Rudolph Giuliani ante la ola criminal que azotaba al metro de la urbe y a espacios de recreación como Central Park quien con ánimo de desterrar al crimen aplicó un plan policiaco mundialmente conocido denominado “tolerancia cero”, consistente en acciones enfocadas a combatir el delito no a exterminar a los delincuentes ni a darle a la policía carta blanca para que lo hagan y que un experto en el tema definió así en una conferencia dictada en una universidad norteamericana. Dice:
 
“Desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores. 
 
Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. 
 
Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes. 
 
La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: graffitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro. 
  
Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de "tolerancia cero". La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. 
El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York. 
 
La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad.
 
No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía. De hecho, debe también aplicarse la tolerancia cero respecto de los abusos de autoridad.
 
No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo. 
Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana, como la que no tenemos ahora”.
 
Como se ve no se trata de acciones imposibles de aplicar y adecuar a nuestra alarmante realidad aunque el esfuerzo requerido para hacerlas funcionar es enorme para lo que no es necesario cambiar cada tercer día de jefes policiacos como mucho pretenden que ocurra aquí. Todo está en atreverse a pensar como predicaba Sapere Aude en la Ilustración con ánimo de impulsar la razón sobre la fe y también es necesario no dejarse impresionar por los nombres de los lugares y los protagonistas.