El Patriotismo, ese sentimiento humano que vincula a un individuo con su Patria, con sus Símbolos Patrios, con la tierra en que nació, con la que se siente ligado, por sus valores, afectos, cultura e historia.
El Patriotismo que nos inculcaron cada lunes, cuando realizábamos los honores a la bandera y cuando en las clases de historia conocimos los sacrificios y proezas que nuestros héroes realizaron por nuestra Patria, circulo que se cerraba al asistir a la ceremonia de El Grito de Independencia, como máxima evocación del Valor de nuestra Patriotismo.
El Patriotismo que en México también se vibra al presenciar una competencia o partida de futbol de nuestra selección en el extranjero, donde nos medimos con el resto del mundo y queremos ver en el triunfo de los nuestros, el propio.
Ese Patriotismo despertó también hace unos días, de una nueva manera, con las abruptas declaraciones del Presidente Trump, que al presionar al Presidente Peña para que aceptara la construcción del famoso muro fronterizo y la intención de que sea pagado por los mexicanos (de la manera que sea), sopesando como condición para poder llevar a cabo el primer encuentro de ambos Presidentes, pactado para el día 31 de enero, (donde se acordarían los alcances de la reestructuración del Tratado de Libre Comercio TLCAN), encuentro que finalmente se canceló, no sin antes ser “desechado” por Trump de manera despectiva y como presión, por su vía favorita para expresar sus locos impulsos y amenazas, su cuenta de Twitter.
A partir de esta “brusca” acción de condicionar el encuentro y acuerdo del TLCAN a la extorsión de aceptar lo inaceptable, los mexicanos,
impresionados, recibimos esta ofensa (que será una constante los próximos 4 años), reaccionamos buscando en el patriotismo un elemento al cual sujetarnos ante el tambaleo que nos ocasiono, que igual recibió la Presidencia de la República que cualquier otro mexicano, que no acostumbrados a esta forma de hacer política, defendemos a nuestro país de este individuo empoderado, que sin argumentos decide actuar de esta manera irracional.
En las redes sociales se pudo ver cómo millones de usuarios colocaron en sus perfiles a nuestra bandera nacional y el escudo de nuestro país, como reacción de unidad ante tal atrevimiento y la impotencia que causó no poder ver una actitud valiente por parte del Titular del Ejecutivo que solo mostró un silencio que evidenció también su incredulidad.
Este Patriotismo que ya pasó también al Nacionalismo, pues muchos ya proponen no comprar productos norteamericanos como “veto” y dirigir nuestro consumo solamente a los productos mexicanos, cómo reacción de este patriotismo inédito.
Desde el inicio de la época de los tratados y los acuerdos comerciales entre los países, nunca se había registrado una actitud tan poco congruente en los países capitalistas que dirigían sus velas a la globalización como receta segura para su crecimiento, mucho menos un país como los Estados Unidos, que siempre se vendía como el modelo de la apertura y poder económico y ahora despreciar a su socio comercial a un nivel soez.
Hoy este patriotismo y nacionalismo deberá ser más allá de una reacción cosmética en nuestra expresión y alcance social, un verdadero criterio para construir la fortaleza desde adentro.
Hacer como una constante la búsqueda de beneficiar el consumo interno desde la parte doméstica hasta los sectores empresariales e industriales, entendiendo esto no como una revancha sino como la regla básica del desarrollo de cada comunidad, ciudad y Estado de nuestra Patria.
Consumir productos mexicanos y locales fortalecerá la creatividad, empleo y economía de los nuestros que devolverán su inversión a las cadenas productivas locales para, de esta manera, conservar el recurso aquí mismo.
Trasformemos este Patriotismo y Nacionalismo en una manera racional de vivir, consumir y alentar a los nuestros, que buscaran también hacer de nuestra economía una menos dependiente y más solidaria, para reconocer el valor de Nuestros Talentos, Nuestros Productos y Nuestro Dinero.
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