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Valores sociales y éticos .... Como nos hacen falta

Jaime Chalita Zarur | 24/01/2017 | 01:30

Solo cuando suceden las desgracias, queremos poner atención a nuestros descuidos, por  lo mismo, la recuperación de los valores sociales y cívicos perdidos y su influencia en la descomposición de la convivencia social, hace su aparición, reclamando sean una realidad. 
 
Estoy seguro que después de la tragedia del Colegio Americano del Noreste, en Monterrey, Nuevo León, mucho se escribirá sobre esta tragedia que deja gran dolor a las familias que han sufrido este percance pero, también, a la sociedad, que aún conservamos la capacidad de asombros.
 
Mucho se hablará de culpas y serán endosadas a cualquiera, desde las autoridades que gobiernan, pasando por las del propios Colegios. Además se crearán comisiones que investiguen lo sucedido y se aplicarán diferentes métodos de investigación, tratando de explicar lo que sucedió. Veremos pasar muchas teorías y posturas de personas, tratando de descubrir y demostrar sus verdades.
 
La realidad es que, el desorden que existe en nuestros hogares, tiene mucho que ver con tan lamentable hecho, desprendido del cambio muy intenso y por demás rápido, de generaciones, cuando menos dos, no hemos sido capaces de absorber el golpe tan grande que la indiscriminada y, aveces, perversa información, llegue sin restricción a nuestros familias. 
 
La familia, tan maltratada, fue el pilar de control fundamental de la sociedad. No existe ya tal control, hemos olvidado la parte fundamental que forman las familias, hemos olvido a los niños. Entregados a la resolución de los problemas que debimos haber prevenido en cualquier orden, pero además, entregados a la tecnología y rapidez que nos de ventajas sobre los demás, olvidamos a nuestros niños.
 
No sabemos más, quienes son los amigos de nuestros hijos, cuáles son su gustos, el nombre de sus escuelas apenas se recuerda y el nombre de sus maestros, ni hablar, las juntas de padres de familias son de moda antigua, los derechos de los niños prevalecen sobre sus obligaciones y los padres y madres, muchos de ellos, han pasado a ser amigos de sus hijos y no quienes conducen un hogar con autoridad.
 
La modernidad nos martiriza y aparta del buen sentimiento, lo materializa, los tabúes caen uno a uno y el respeto por la vida igual, ni hablar de la fe, se perdió o, está a punto de hacerlo.
 
Pero por supuesto, quienes crecieron en el entorno de los últimos años de los ochentas y los noventas, la década completa, pero prolongado hasta nuestros días, no nos dimos cuanta como eran los momentos  en que nos perdíamos, padres y madre, en la maraña del materialismo globalizado que invadía y penetraba nuestros hogares. 
 
Cedimos nuestros principios, los guardamos para nuestra comodidad, ahí la sociedad empezó a decaer, quizás antes. Los valores y las conductas que deberían ser observados, se ausentaron, desde luego, el respeto, se fue. Hemos perdido el orden y, por comodidad quizás, 
 
Antes de culpar a quien sea, en cualquier evento que enlute a nuestra sociedad, veamos qué hemos hecho de nuestras vidas, que ejemplo hemos dado a nuestros hijos, cuánto tiempo pasamos al lado de ellos y, si este es de calidad, veremos que nuestras vidas han cambiado y no precisamente para bien.
 
Hagamos el balance ente el bien y el mal, nos sorprenderemos de lo que entre todos hemos hecho. 
 
Aún hay tiempo, habría que cambiar el camino que recorremos,  por el que vamos es muy malo pero, por supuesto existen hombres y mujeres que desean nuestra recuperación . El reto está ahí, veamos a quien le importa. 
 
 
 
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@jaimechalita