Parecía que lo más grave que le podía pasar a México en este inicio año es que a nuestro vecino país y principal socio comercial, llegara un nuevo Presidente, Nacionalista, Racista, Materialista y de escandalosos arrebatados, como el improvisado político y empresario Donald Trump.
Todos los ojos y atención se centraban al iniciar esta semana, en este incierto evento que marcaría una nueva etapa en la relación de México con los Estados Unidos y de los Estados Unidos con el mundo entero.
Sin embargo 3 sucesos que se presentaron esta misma semana nos hicieron ver en otra dirección. En el estado de Quintanar Roo, en Playa del Carmen, se dio un episodio de la delincuencia organizada donde perdieron la vida 5 personas (4 turistas extranjeros) mientras se desarrollaba un festival de música electrónica.
En Cancún unos de los destinos turísticos más atractivos en el mundo y el motivo por el cual la mitad de turistas internacionales visitan nuestro país, a partir de su re-construcción había sido uno de los pocos espacios en México que escapaban a la sombra de la ola delictiva, que afecta desde hace varios años a todos los Estados y sectores económicos de nuestro país, un desarrollo y un imán envidiable que verá afectado su flujo de ingreso en la industria sin chimeneas, hoy el segundo sector más importante de ingresos de nuestra nación.
En Veracruz se hizo público, como parte de los “descubrimientos” por la salida del PRI del gobierno de este Estado, que se cometió un fraude de 109 millones de pesos en quimioterapias falsas a niños enfermos de cáncer. Además de un desfalco al erario significan un crimen de Estado, así como más de 70 mil pruebas falsas de VIH, sin hablar de los cientos de millones que se desviaron directamente a su bolsillo del ahora prófugo ex gobernador de este Estado.
Ayer mismo por la mañana en Nuevo León, un estudiante de 15 años disparó contra su maestra y sus compañeros con una pistola calibre 22, en un salón de clases del Colegio Americano en la ciudad de Monterrey, para finalizar quitándose la vida, teniendo como saldo la muerte del agresor, 3 compañeros y su maestra, con balas que también lastimaron los corazones de todos los mexicanos.
Tres episodios de violencia y excesos en 3 estados de la República Mexicana, que nos muestran el precio tan alto que se debe pagar por el descuido, el de las corporaciones de seguridad y empresas en el control de asistentes a un evento público, que amenaza a una de nuestras más valiosas “joyas” turísticas e ingreso de miles de personas que se dedican a la industria del turismo, así como la envidiable tranquilidad que esta costa tenía hasta hace unos días y que atrae a millones de turistas de todo el mundo al año.
El descuido institucional en el Servicio Público, que de unos meses a la fecha nos sorprende cada vez más al enterarnos de los escandalosos excesos de los “políticos” que ya no solo roban, sino que engañan y dejan morir a cientos de niños y adultos, haciendo creer que reciben un tratamiento médico cuando en verdad, solo son dejados morir.
El descuido de las familias que ahora cada vez más destinan la mayor parte de su tiempo a buscar los bienes materiales, dejando a sus hijos en la orfandad y la adopción de los medios de entretenimiento (televisión, juegos de video y redes sociales), tutores que los confunden entre violencia y falta de aceptación para cometer actos como el que el joven de 15 años hizo enlutar a varias familias, a una ciudad, a todo el país, que nos dejó mudos ante esta espeluznante escena que nos mostró la cruda realidad de la violencia en la niñez mexicana.
Tal vez hay asuntos más graves y más dañinos para México que la llegada de un presidente que de manera burda grita y actúa que “trabajará” por el interés de sus ciudadanos.
Exijamos a nuestros gobernantes que atiendan los descuidos en Seguridad, el Servicio Público donde los desvíos millonarios serían equivalentes a evitar hoy los problemas económicos que padecemos y; finalmente lo más importante, que se fortalezca a la familia para que de ahí no salgan más malos ciudadanos que se conviertan en delincuentes asesinos, gobernantes asesinos y niños asesinos, menores que no son escuchados y que buscan con un día, una pistola como la manera más efectiva de llamar la atención que nunca se les dio.
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