Jueves 28 de Marzo de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

El México que sigue

Leopoldo Pachecho | 18/01/2017 | 01:23

“Nos acabamos a México”. Una frase que retumba en la mente y en el corazón de muchos personajes de la clase política en el país, al ver que tristemente la oportunidad de hacer la diferencia, se disolvió en la aplastante inercia de las costumbres y de los quehaceres del “establishment” de los gobiernos, de los favores, de la corrupción, de la impunidad, de la omisión y del “ni puta idea”, que ha caracterizado por años, los periodos de la administración pública.
 
Es completamente real la mirada decepcionada de millones de mexicanos que observan, en algunos casos iracundos y en otros inermes, la progresiva crisis que estamos enfrentando desde siempre y que se agudizó desparpajadamente en los albores del 2017 con el incremento al precio de la gasolina.
 
No es novedad la decepción ni mucho menos la crítica, acompañadas de sonoras mentadas de madre, porque culturalmente eso somos en México. 
 
Críticos y mordaces; burlones y sarcásticos, pero tristemente poco proactivos para cambiar nuestra realidad. Sentimos orgullo de ser un pueblo que aunque nos golpeen mil veces, mil veces nos levantamos y hasta con ánimos de sonreír.
 
Pero hoy es diferente. Porque son los propios personajes de la política, los propios que gobiernan o que representan en los diferentes foros,
instancias y tribunas del país, los que están verdaderamente preocupados.
 
Se han dado cuenta del fracaso inevitable que nos tiene hoy en un callejón del cual no podremos salir haciendo lo mismo y apostándole a los mismos métodos burocráticos e interdependientes de las relaciones internacionales para seguir adelante apenas. Como ha sido desde que yo recuerdo, amigo lector.
 
Hoy se requiere de un México en donde los que tomen las decisiones dejen de ser parte de un equipo o parte de un proyecto en lo particular, porque de seguir así, pronto no habrá un país al cual gobernar, de hecho ya se acabó el país al cual no se cansaba de tanta mentira y tanta transa. 
 
Ese México se está disolviendo para dar paso a un México tristemente anárquico, donde la confianza en las instituciones, en los organismos y cuantimás en la clase política y sus gobernantes, se ha perdido. Simplemente no tienen soluciones y solo se han dedicado a remar en la
dirección de construir lo que les asegure un decoroso y bien remunerado retiro.
 
El México que sigue requiere de convertir líderes a los que tengan pantalones y creatividad. Mexicanos que sean capaces de cubrir responsabilidades y no caigan en la madre de todos los hechos de corrupción que es aceptar una responsabilidad sin saber o ser capaz de asumirla.
 
La clase política debe dejar de ser un foro de ambiciones en las cámaras de diputados en la Federación y en los estados, en donde solo salgan las vanidades y los intereses de grupo, pues buenas propuestas e iniciativas se pierden en la denostación iracunda por venganza o porque no obedecen a los intereses de un proyecto político.
 
Todos somos responsables de lo que hoy tenemos como país y debemos ser responsables de responder al porvenir de la patria, en términos de sumar esfuerzos y dejar de buscar culpables para encontrar soluciones que nos permitan salir adelante, ¿y por qué no? Abrir un capitulo nuevo en la historia moderna de nuestro país, donde estos eventos que son históricamente coyunturales y dignos de un análisis para las generaciones futuras; para que vean en esta circunstancia uno de los capítulos más difíciles de la historia moderna de nuestro país.
 
El México que sigue debe ser el México de todos los ciudadanos, de cara a la participación sin intereses y sin clubes. De hombres y mujeres, de jóvenes, de profesionistas, de investigadores, de artistas, ya no más un país de 10 familias, ya no más un país donde solo exista una clase social y el resto sumidos en el laconismo que nos brinda nuestra zona de confort, el miedo y la pereza… pues el riesgo de dejar de ser es tan grande como la intención que tiene el presidente electo del vecino país del norte, de convertirnos en un subgénero en el patio trasero de su interés.
 
Nosotros como ellos y hasta más que ellos.
 
HASTA LA PROXIMA.